HEBREOS 7:7-14
HEBREOS 7:7-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
Sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. Y en este caso quienes reciben los diezmos son hombres mortales; pero, en aquel caso los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que vive. Y más aún, se puede decir que Leví que ahora recibe los diezmos, en la persona de Abrahán pagó el diezmo, pues cuando Melquisedec se encontró con Abrahán, Leví ya estaba en las entrañas de su antepasado. Pues bien, si la perfección se alcanzara por medio del sacerdocio levítico —bajo el cual el pueblo recibió la ley—, ¿qué necesidad habría aún de que se levantara otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuera llamado según el orden de Aarón? Porque un cambio de sacerdocio también demanda necesariamente un cambio de ley. Y aquel, de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque es bien sabido que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual Moisés nada dijo con relación al sacerdocio.
HEBREOS 7:7-14 La Palabra (versión española) (BLP)
Ahora bien, está fuera de duda que es el superior quien bendice al inferior. Además, en el caso de los levitas, son seres mortales los que reciben la décima parte de los bienes, mientras que de Melquisedec se asegura que vive. Y, finalmente, puede decirse que los mismos levitas que ahora reciben esa décima parte de los bienes del pueblo, se la pagaron entonces a Melquisedec por medio de Abrahán, pues cuando Melquisedec se encontró con Abrahán, ya estaba Leví en las entrañas de su antepasado. El pueblo israelita recibió la ley con la colaboración del sacerdocio levítico. Ahora bien, si alcanzar la perfección estuviera en manos de ese sacerdocio, ¿qué necesidad habría de que surgiese un sacerdote distinto según el rango de Melquisedec? Bastaba con un sacerdote según el rango de Aarón. Porque un sacerdocio distinto lleva necesariamente consigo una ley distinta. Y aquel de quien se dice todo esto, es decir, Jesús, pertenece a una tribu dentro de la cual nadie estuvo al servicio del altar, pues todos saben que nuestro Señor desciende de Judá, y de esa tribu nada dijo Moisés en relación con los sacerdotes.
HEBREOS 7:7-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
y nadie puede negar que el que bendice es superior al bendecido. Aquí, en esta vida, los que reciben la décima parte son hombres mortales; pero la Escritura habla de Melquisedec como de uno que todavía vive. Y se puede decir que los sacerdotes, que descienden de Leví y que ahora reciben el diezmo, dieron también el diezmo a Melquisedec al dárselo Abraham. Porque, en cierto sentido, cuando Melquisedec salió al encuentro de Abraham, este ya llevaba en su cuerpo a sus descendientes, que aún no habían nacido. El pueblo de Israel recibió la ley por medio de los sacerdotes levitas, descendientes de Aarón. Ahora bien, si en verdad estos hubieran podido hacer perfectos a los que seguían la ley, no habría sido necesario que apareciera otro sacerdote, ya no de la clase de Aarón sino de la clase de Melquisedec. Porque al cambiar el sacerdocio se tiene que cambiar también la ley; y nuestro Señor, de quien la Escritura dice esto, pertenece a otra tribu de Israel, de la que no ha salido ningún sacerdote. Porque es bien sabido que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, y Moisés no dijo nada de esa tribu cuando habló del sacerdocio.
HEBREOS 7:7-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Es indiscutible que la persona que bendice es superior a la que recibe la bendición. En el caso de los levitas, los diezmos los reciben hombres mortales; en el otro caso, los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que vive. Hasta podría decirse que Leví, quien ahora recibe los diezmos, los pagó por medio de Abraham, ya que Leví estaba presente en su antepasado Abraham cuando Melquisedec le salió al encuentro. Si hubiera sido posible alcanzar la perfección mediante el sacerdocio levítico (pues bajo este se le dio la ley al pueblo), ¿qué necesidad había de que más adelante surgiera otro sacerdote, según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón? Porque cuando cambia el sacerdocio, también tiene que cambiarse la ley. En efecto, Jesús, de quien se dicen estas cosas, era de otra tribu, de la cual nadie se ha dedicado al servicio del altar. Es evidente que nuestro Señor procedía de la tribu de Judá, respecto a la cual nada dijo Moisés con relación al sacerdocio.