GÉNESIS 19:1-29
GÉNESIS 19:1-29 RV2020
Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a recibirlos, se inclinó hacia el suelo y les dijo: —Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo para alojaros y lavar vuestros pies. Por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro camino. Ellos respondieron: —No, esta noche nos quedaremos en la plaza. Pero Lot porfió tanto con ellos que fueron con él y entraron en su casa. Allí les hizo banquete, coció panes sin levadura y comieron. Pero, antes de que se acostaran, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los habitantes de Sodoma, todo el pueblo, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, y le dijeron a gritos: —¿Dónde están los hombres que vinieron a tu casa esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a la puerta y, después de cerrarla tras de sí les dijo: —Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. Mirad, yo tengo dos hijas que aún son vírgenes; os las traeré y podréis hacer con ellas lo que bien os parezca; solamente que a estos huéspedes no les hagáis nada, pues han venido a refugiarse bajo mi tejado. Ellos respondieron: —¡Quítate de ahí! Y añadieron: —Ha venido este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te trataremos peor que a ellos. Enseguida comenzaron a forcejear con Lot, y se acercaron para romper la puerta. Pero los huéspedes alargaron la mano, metieron a Lot en la casa con ellos y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de manera que no eran capaces de encontrar la puerta. Después dijeron los huéspedes a Lot: —¿Tienes aquí a alguien más? Saca de este lugar a tus yernos, hijos e hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, porque vamos a destruir este lugar. ¡Son ya demasiadas las quejas contra ellos, que han llegado a oídos del Señor! Por eso el Señor nos ha enviado a destruirlo. Entonces salió Lot y dijo a sus yernos, es decir, los que habían de tomar a sus hijas: —¡Levantaos, salid de este lugar, porque el Señor va a destruir esta ciudad! Pero sus yernos pensaron que bromeaba. Y al rayar el alba los ángeles daban prisa a Lot: —Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. Como él se demoraba, los hombres los tomaron de la mano, a él, a su mujer y a sus dos hijas, según la misericordia que el Señor tuvo de él; lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. Cuando ya estaban fuera, le dijeron: —Escapa por tu vida; no mires atrás ni te detengas en ningún lugar de esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas. Pero Lot les dijo: —No, señores míos, por favor. Vuestro siervo ha hallado gracia en vuestros ojos y habéis tenido mucha misericordia conmigo al salvarme la vida, pero no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal y muera. Cerca de aquí hay una pequeña ciudad, a la cual puedo huir. Dejadme buscar refugio en ella, y así podré salvar mi vida. ¿Verdad que es pequeña? Uno de ellos le respondió: —También he escuchado tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado. Date prisa y escápate allá, porque nada podré hacer hasta que hayas llegado. Por eso fue llamado Zoar el nombre de la ciudad. El sol salía sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar. Entonces el Señor hizo llover desde los cielos azufre y fuego sobre Sodoma y sobre Gomorra; y destruyó las ciudades y toda aquella llanura, con todos los habitantes de aquellas ciudades y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. Subió Abrahán por la mañana al lugar donde había estado delante del Señor. Miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura, y vio que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abrahán, y sacó a Lot de en medio de la destrucción con que asoló las ciudades donde Lot estaba.

