ECLESIASTÉS 6:1-12
ECLESIASTÉS 6:1-12 RV2020
Hay un mal que he visto bajo el cielo, y que es muy común entre los seres humanos: el de aquel a quien Dios da riquezas, bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero no le da Dios facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad y mal doloroso. Aunque uno engendre cien hijos y viva muchos años, por muy larga que sea su vida, si no disfruta de felicidad y ni siquiera tiene una sepultura, yo digo que un aborto es más afortunado que él. Pues este en vano viene, y a las tinieblas va, y las tinieblas ocultan su nombre. No ha visto el sol, ni lo ha conocido. ¡Más reposo tiene este que aquel! Y aunque hubiera vivido dos mil años, si no disfrutó de lo bueno, ¿no van todos al mismo sitio? Mucho se afana el ser humano para llenarse la boca, pero su apetito nunca se sacia. ¿Qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? Más vale lo que ven los ojos que un deseo que pasa. También esto es vanidad y aflicción de espíritu. Lo que ahora existe, hace mucho que recibió su nombre. Se sabe que el ser humano no puede enfrentarse a quien es más poderoso que él. Cuando aumentan las palabras, aumenta la vanidad, y eso de nada le sirve al ser humano. Porque ¿quién sabe lo que conviene al ser humano en la vida, durante los contados días de su ilusa vida que pasa como una sombra? ¿Y quién le enseñará al ser humano lo que acontecerá después de él bajo el sol?