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Josué Introducción

Introducción
Dios usó a Moisés para liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Pero quedaba pendiente la tarea de llevarlos a la Tierra prometida. Cuando Moisés murió, el pueblo todavía estaba en el desierto, a las «puertas» de su futuro hogar.
Un joven llamado Josué había sido ayudante de Moisés, y Dios lo había elegido para ser el nuevo líder. Dios ya le había dicho a Moisés que preparara a Josué para esa tarea, y Moisés así lo hizo. Para esto, Josué recibió de parte de Dios una promesa y un consejo.
Esta fue la promesa: «Nadie podrá derrotarte jamás, porque yo te ayudaré, así como ayudé a Moisés. Nunca te fallaré ni te abandonaré» (1.5).
Y este fue el consejo: «Nunca dejes de leer el libro de la Ley; estúdialo de día y de noche, y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas» (1.8).
Tanto Josué como el pueblo de Israel siguieron el consejo de Dios, y les fue bien. Aunque Josué y el pueblo enfrentaron algunos problemas, el libro muestra cómo Dios premia la obediencia y la fidelidad. Por eso, cuando el autor del libro evalúa esta parte de la historia de Israel, dice lo siguiente:
«Así fue como Dios entregó a los israelitas toda la tierra que bajo juramento ya había prometido darles. Ellos se instalaron y vivieron allí. Dios también les había prometido que vivirían en paz, y lo cumplió. Les dio la victoria sobre todos sus enemigos, y ninguno pudo hacerles frente. Dios cumplió con todas las promesas que les había hecho a los israelitas; no dejó de cumplir ninguna de ellas»
(21.43-45)
El libro de Josué y los libros de Jueces, Samuel, y Reyes forman junto con Deuteronomio lo que se conoce como la Historia Deuteronómica. Este último libro da, por lo menos, cinco principios que debieron servir de guía al pueblo de Israel: una alianza, una ley, un pueblo, una tierra y un solo Dios.
Cuando leemos este libro a la luz de estos cinco principios, notamos que tanto el pueblo como su líder los siguieron. Desde el comienzo del libro y hasta el final, Josué afirma que, durante toda su vida, él y su familia obedecerían al Dios de Israel. El pueblo afirmó lo mismo. La ley que Dios les había dado por medio de Moisés fue la guía de Josué y del pueblo. Y cuando ya Josué estaba por morir, invitó al pueblo a renovar la alianza que Dios había hecho con Moisés en el monte Horeb. En todas las guerras y hazañas, el pueblo siempre actuó unido. Por eso, el pueblo recibió toda la Tierra prometida, tal como Dios se lo había prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob, sus antepasados.

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