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JOEL JOEL

JOEL
INTRODUCCIÓN
El libro de Joel (=Jl) comienza con la descripción de una terrible plaga de langostas (cf. Jl 1.4), que han invadido el país como un ejército y han devorado toda la vegetación. Como consecuencia de esta invasión y de una grave sequía, hombres y animales se han quedado sin alimentos, y el culto del templo ha tenido que interrumpirse parcialmente por falta de cereales y de vino para los sacrificios y ofrendas (1.9,13,16). Por eso, el profeta invita a todo el pueblo de Judá a congregarse en el propio templo para celebrar un día de ayuno y duelo, aunque, eso sí, advirtiendo al mismo tiempo que la verdadera conversión no consiste en ritos externos, sino en volverse de todo corazón al Señor (2.12-13).
Ahora bien, la mirada de Joel no se detiene únicamente en la consideración de las calamidades presentes. Estas son solo el previo anuncio del día del Señor, es decir, del momento en que Dios, como Señor y Juez universal, juzgará a pueblos y naciones (1.15; 2.1-2; 3.14; véase Día del Señor en el índice temático). Ese momento final será un día grande y terrible (2.31); pero también será un día de gracia y salvación para el pueblo de Dios, ya que todos los que invoquen el nombre del Señor se salvarán de la muerte (2.32).
A los que escuchen su urgente llamada al arrepentimiento y la conversión, el profeta les anuncia que el Señor va a hacer grandes cosas (2.21) para salvarlos (2.18-27; 3.18-21). Entre estas promesas relativas al futuro, sobresale el anuncio del derramamiento del “espíritu”, que el Señor dará sin medida a su pueblo fiel (2.28-32). Cada uno en Israel, sin distinción de edad, sexo o condición social, recibirá en plenitud el don del espíritu, y de ese modo se cumplirá el deseo de Moisés: ¡Ojalá el Señor diera su espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas! (Nm 11.29). Cf. Hch 2.16-21.
El título del libro menciona el nombre de Joel, hijo de Petuel (Jl 1.1), pero no añade ningún elemento biográfico ni aporta ningún dato cronológico. A causa de esta falta de información precisa, los intérpretes no han llegado a ponerse de acuerdo sobre el momento en que Joel ejerció su actividad profética. Sin embargo, algunos indicios hacen pensar que se trata de una fecha posterior al exilio babilónico, probablemente hacia el año 400 a.C. Así, por ejemplo, el anuncio del castigo contra las naciones que dispersaron a los israelitas, se repartieron el país de Judá y deportaron a los habitantes de Jerusalén, vendiéndolos como esclavos a los griegos (3.2-6) presupone, sin duda, la catástrofe y la gran deportación del año 587 a.C. (cf. 2$R 25.1-26). Además, el libro no alude para nada a la monarquía o a la persona del rey, sino que son los ancianos y los sacerdotes quienes ejercen la autoridad en Jerusalén (1.2,13-14). Finalmente, hay varias referencias a las palabras de otros profetas más antiguos (cf. Jl 2.32 y Abd$17; Jl 1.15 e Is 13.6; Jl 3.16,18 y Am 1.2; 9.13); y Joel, a diferencia de los profetas preexílicos, manifiesta una gran estima por el templo, los sacrificios y todo lo relacionado con el culto (1.9,13-14,16; 2.14-15).
El esquema siguiente ofrece una visión global del mensaje de Joel:
I. Lamentación del profeta, llamada al arrepentimiento y anuncio del día del Señor (1.1–2.2a)
II. Nuevo anuncio del día del Señor (2.2b-11)
III. Alegría, acción de gracias y promesa de salvación (2.12-27)
IV. El derramamiento del espíritu (2.28-32)
V. El juicio de las naciones (3.1-16)
VI. Futuro glorioso de Judá (3.17-21)

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JOEL JOEL: DHHED

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