Dia 1: Abel

Frase: Antes de que haya adoración, debe haber humildad en el corazón.

“Abel también presentó una ofrenda: las mejores partes de algunos de los corderos que eran primeras crías de su rebaño. El Señor aceptó a Abel y a su ofrenda.” Génesis‬ 4:4 NTV

A menudo asociamos la humildad con factores externos como vestirse de manera sencilla, no tener una casa opulenta, conducir un vehículo antiguo o carecer de ciertos lujos. Para algunos, esto puede llevar a considerarte una persona humilde, pero en realidad eso no garantiza que realmente lo seas, ya que la humildad es una actitud interna del corazón y a pesar de poseer riquezas puedes ser un hombre o una mujer humilde.

La humildad te acerca al corazón de Dios y te transforma en un verdadero adorador en espíritu y en verdad. La Palabra establece que el Señor mira de cerca a los humildes, pero a los altivos mira de lejos (Salmo 138:6).

Según Hebreos 11:4, por la fe Abel ofreció mejor sacrificio que Caín. Aunque Caín tenía una conexión directa con el Eterno, carecía de la revelación sobre cómo adorarlo, ya que nunca mostró interés en entender el corazón del Padre. En ocasiones, nos comportamos como Caín y ofrecemos a Dios de lo que nos sobra y no nuestro mejor sacrificio.

La Biblia no menciona que Abel tuviera la misma comunicación con el Eterno, pero sí comprendió y aceptó la revelación de que Dios merece lo mejor y, sobre todo, que anhela una adoración proveniente de un corazón humilde, que sea dependiente de Él y que no se considere autosuficiente.

Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. En otras palabras, recogió cualquier cosa, tomó lo que tuvo a la vista, no lo preparó, lo hizo únicamente por obligación, no con sinceridad.

En cambio, Abel trajo de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Observa la diferencia: Abel había atendido a esas ovejas con la conciencia de que en algún momento las ofrecería al Señor. Él preparó su ofrenda con amor, dedicación y excelencia. Por eso, el Señor lo miró a el, y su sacrificio con agrado, lo cual fue una forma de adoración ante el Rey.

Reflexión:

Anota las cosas que puedes realizar para Dios hoy y preocura hacerlo con amor y gratitud.

Haz una corta oración y todo lo que realices para Dios, hazlo con amor y gratitud. El Señor conoce nuestros corazones y te aseguro que, si lo haces así como Abel, te mirará con agrado y tu adoración tocará Su trono.