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En tiempos de Jesús, los pescadores usaban dos clases de redes: la atarraya que se arrojaba al agua con los brazos y la red barredera, que era arrastrada entre dos barcos.

Los pescadores se levantaban manipulando las redes y casi que se acostaban haciéndolo. Al igual que nosotros, convivían con las redes.

Actualmente tenemos más de dos redes para socializar en tiempos libres. Decididamente me atrevería a decir que el problema no está en tenerlas, la clave es saber convivir con ellas.

La biblia narra que habían trabajado toda la noche sin poder sacar ni un solo pez y que luego de recibir la orden de Jesús echaron las redes y obtuvieron gran cantidad de peces, a tal punto que las redes se rompían.

Las redes sociales también se encuentran saturadas, al borde del colapso, con una enorme cantidad de mensajes llenos de odio, donde la competencia es tendencia.

Los pescadores habían usado las redes con fuerzas e intuición propia.

Usar las redes sin el respaldo de Cristo puede llevarnos al cansancio y la frustración. 

Es bueno reconocer que solos no podemos y que aun en esta área no alcanzan nuestras fuerzas. Digámosle juntos: Señor, en tu nombre usaré la red.