El pacto matrimonial en una sola carneEgzanp

El matrimonio es una institución creada por Dios. Él lo estableció y quiere que permanezca. La intención de Dios es que el matrimonio sea duradero y permanente aquí en esta vida: “Así que no son ya dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19: 5,6). El divorcio no es parte del plan de Dios (Mateo 19: 4-8). El plan de Dios es que la pareja se case y permanezca junta toda la vida.

Esa unión matrimonial se concibe como el pacto en una sola carne. Este pacto es un vínculo conyugal, a través del cual hombre y mujer se convierten en uno: en propósito, unidad y acción.

El matrimonio debe significar algo diferente de un contrato legal que puede romperse para luego formar otro. El matrimonio no es un mero contrato civil, sino “el pacto de tu Dios”. En Proverbios 2:16-17 leemos: “Serás librado de la mujer extraña, de la ajena que alaga con sus palabras, la cual abandona al compañero de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios”.

Un pacto es una obligación mutua de dos o más personas. Denota convenio o juramento que ata. La palabra pacto nos habla de fidelidad y legalidad. Así, cuando un hombre y una mujer contraen matrimonio, bajo la perspectiva de que están celebrando un pacto entre ellos y con Dios, y se comprometen a cumplir las condiciones y cláusulas del pacto en una sola carne establecido por Dios, entonces entran en el disfrute de los beneficios que conlleva el pacto matrimonial, como son la protección y cobertura del garante del pacto, el acceso a la sabiduría divina, la habilidad para amar a semejanza del garante del pacto (Dios) y las bendiciones prometidas por Dios para el matrimonio.