¿Por Qué Tengo Que Ser Así?Muestra

Alguna vez Pedro le preguntó a Cristo (Mateo 18:21-22 DHH): “Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete?”. El Señor respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Imaginemos que Pedro le hubiese preguntado a Jesús: “¿Cuántas veces me perdonaré a mí mismo por las ofensas que me provoque?”. ¿Qué crees que hubiera respondido Cristo? Seguramente hubiese dicho “setenta veces siete”. ¿Por qué? Porque de Él es el mandamiento que dice en Mateo 22:36 (RVR1960): “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Debe ser el mismo amor, la misma vara. No nos condenemos desmedidamente por nuestras fallas. En Cristo hallaremos perdón y libertad. Por eso la Escritura aclara que Cristo nos amó hasta el fin… si hasta allí llegan nuestros pecados, hasta allí (y más lejos aún) llegará su gracia.

Lucharemos hasta el último día y, seguramente, nos fallaremos también hasta ese día. Eso es lo incomprensible de nuestro ser. Pero Jesús nos da paz y libertad, a pesar de nosotros mismos. La vida es combate.