¿Por Qué Tengo Que Ser Así?Muestra

Muchas veces no nos comprendemos, no entendemos cómo llegamos a tener tales pensamientos o actuar de cierta manera. Todo eso causa frustración en nuestro interior. No obstante, debemos considerar una gran verdad: fallaremos, nos traicionaremos, tropezaremos y caeremos. Debemos mantenernos equilibrados en nuestra mente cuando lleguen circunstancias así. No debemos condenarnos pero tampoco hacer como si nada. Por eso el Señor, mediante el Espíritu Santo, nos dotó con la capacidad de arrepentirnos.

Recordemos a Pablo y la sinceridad de sus palabras en Romanos 7:18-20 (RV1960): “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”. Es una guerra contra nosotros mismos la que debemos luchar. La vida es combate. Esa es la razón por la cual el apóstol decía que moría a sí mismo cada día. Aprendamos, de manera urgente, a conocernos a nosotros mismos, nuestras debilidades y fortalezas. Y seamos conscientes de que esta guerra será hasta nuestro último día.

Tal cual lo mencionado al principio: muchas veces, no comprenderemos por qué pensamos tal cosa, o actuamos de alguna manera. Es parte de nuestra naturaleza. Pablo también comprendía esto, por eso decía en Romanos 7:24 (RV1960): “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”. El Señor nos dará la victoria contra el gran enemigo de nuestras vidas: nosotros mismos.