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La Fe Que Agrada a DiosMuestra

La Fe Que Agrada a Dios

DÍA 3 DE 3

¿Qué hacer cuando la fe tambalea?

En teoría, al conocer la fórmula de la fe y las obras todos podemos mantener una fe perfecta, pero en la práctica, seguimos siendo humanos; y eso significa, que nuestra perfección no puede ser alcanzada sin la ayuda de Dios. Así mismo, puede que nuestra fe tambalee porque es imperfecta, y el peor error que podemos cometer es pensar que podemos arreglarlo por nuestra propia cuenta.

Quizá te asuste pensar, “si no tengo fe, Dios me detesta”, pero en este último día de devocional, te doy dos certezas: la primera, que nada puede separarte del amor de Dios (Romanos 8:35), y la segunda, que el mismo Dios que te pide que tengas fe es el único que puede dártela, ya que es un don que le pertenece (Efesios 2:8).

Si te encuentras en el valle de sombras, en un momento de incertidumbre en donde no sabes cómo confiar; o, si tuviste fe en algún momento y ahora no sabes cómo recuperarla, debes saber que esto es normal y que la reacción de Dios no será odiarte, sino rescatarte con amor, si tan solo tú admites tu falta de fe ante él y le permites restaurarte. Porque Dios no solo se regocija en la fe, sino también en la humildad.

Reconocer que lo necesitamos para crecer en nuestra fe es una de las cosas más humildes que podemos hacer, no podemos sentirnos orgullosos de una fe que no tenemos.

En la Biblia, podemos conocer a un hombre que tuvo suficiente humildad para admitir ante Jesús que tenía dudas. Este hombre tenía un hijo que desde niño estaba poseído por un espíritu mudo, al igual que otros, había oído de los grandes milagros que realizaba Jesús. El hombre fue en busca de Jesús, pero no lo encontró a él, sino a sus discípulos... y ellos no pudieron sacar el espíritu del cuerpo de su hijo.

El hombre debió decepcionarse al ver que los discípulos del gran Jesús no habían podido hacer lo que les pidió, por más que tuvo fe, pero entonces, Jesús llegó y cuando el hombre le dijo lo que necesitaba, Jesús le respondió: "Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Y el hombre, quien ya había sido decepcionado, admitió sus dudas en la fe: “Creo; ayuda mi incredulidad".

Jesús realizó el milagro frente al hombre incrédulo y liberó a su hijo del tormento. No se enojó, no lo condenó por su incredulidad. Lo ayudó en su fe, así como rescató a Simón Pedro de las aguas cuando su fe tambaleó (Mateo 14:28-31.), y así mismo, te ayudará a ti cuando tu fe parezca desaparecer.

Es normal tener dudas, es una de las sensaciones de la naturaleza humana que nos asaltaron desde los tiempos de Adán y Eva al comer el fruto prohibido, pero lo importante es que en tu duda aún tienes una certeza: Dios está contigo, y quiere ayudarte a restaurar tu fe. Hoy permítele hacerlo, admite tus dudas, y deja que la fe que sólo a él le pertenece sea puesta en ti.

ORACIÓN

Padre, vengo a ti en humildad, admitiendo todas mis fallas. Mi Señor, no soy una persona perfecta y muchas veces me asalta la incredulidad, necesito de ti; hoy te pido que me brindes el don de la fe, porque no puedo creer si tú no me ayudas a hacerlo. Necesito que tomes el control y que me ayudes a confiar en ti, Padre, ayúdame a verte por quién eres y no sólo por lo que haces por mí. Muéstrame tu grandioso amor manifestándose en mi vida, y así como ayudaste a ese hombre con su incredulidad, te pido que me ayudes con la mía. Yo creo, padre, ayudame a no dudar. Te pido esto en el glorioso nombre de Jesús, amén.

Acerca de este Plan

La Fe Que Agrada a Dios

La fe es una de las cualidades más importantes para Dios. Como humanos, muchas veces malinterpretamos el significado de la fe o lo reducimos al sentimiento de confianza, pero la fe que agrada a Dios resulta ser más profunda de lo que creemos. Si has estado batallando con tu fe, este devocional es para ti.

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Nos gustaría agradecer a Gabriela Guzmán por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: soyict.org