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No Escuches a Las SirenasMuestra

No Escuches a Las Sirenas

DÍA 1 DE 4

Leemos en Génesis 13:11-13:

“Entonces Lot escogió para sí todo el valle del Jordán y partió hacia el oriente. Fue así como Abram y Lot se separaron. Abram se quedó a vivir en la tierra de Canaán, mientras que Lot se fue a vivir entre las ciudades del valle, estableciendo su tienda de campaña cerca de la ciudad de Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y cometían muy graves pecados contra el Señor” (NVI).

En los años posteriores a la colonización de América, los británicos enviaron a un grupo de peregrinos en el barco Mayflower, quienes desembarcaron en lo que hoy conocemos como Estados Unidos. Estos peregrinos tenían clara la convicción de establecer el reino de Dios. A diferencia de la colonización española —donde se registraron conversiones forzadas, como en el caso de los mayas y los aztecas—, ellos anhelaban una conversión genuina entre los indígenas americanos. Comenzaron con ímpetu, con entusiasmo y con compromiso absoluto con la Palabra de Dios.

¿Por qué menciono esto? Porque hoy estamos perdiendo el enfoque del cristianismo. Nos dejamos influenciar por las opiniones del mundo y, poco a poco, minimizamos el poder destructivo del pecado. Muchos llegan a pensar que ser cristiano es algo rígido o anticuado. Sin embargo, aquellos hombres hablaban de compromiso real con la fe, de integridad y de testimonio, en otras palabras, de un cambio auténtico en Cristo.

¿Qué sucedió con estos peregrinos al llegar a Estados Unidos? El territorio estaba habitado por grandes comunidades indígenas, y con el tiempo los asentamientos crecieron junto con la economía. La prosperidad material aumentó, pero también lo hizo la indiferencia espiritual. La gente comenzó a alejarse de las iglesias, argumentando que el cristianismo era demasiado ortodoxo y que no se ajustaba al “nuevo mundo” que estaban construyendo.

Ante esa situación, surgió lo que llamaron “el pacto a medio camino”. ¿En qué consistía? Las iglesias coloniales notaron que la asistencia disminuía. Los colonos estaban más ocupados en sus negocios y en el progreso económico, que había pasado a ser más importante que Dios. Así, este pacto —no bíblico e inventado por los líderes de la época— permitía considerar creyentes a quienes asistían a la iglesia y ofrendaban, aunque no tuvieran un compromiso espiritual genuino ni un testimonio coherente.

Ahora le hablo a tu corazón: tú y yo podemos decidir cómo caminar. Podemos seguir al Señor de todo corazón, o conformarnos con un pacto “a medio camino”, o incluso a un “tres cuartos de camino”. Pero preguntémonos: ¿Qué número representa la totalidad en la Biblia? El siete. Tú puede estar en un 6.1, un 6.9 o incluso un 6.99… pero si no llegas al 7, tu testimonio no está completo.

Aquí enfrentamos una realidad seria: lo que mostramos mientras yo escribo y tú lees esto no siempre refleja cómo vivimos durante la semana. Existe a veces incoherencia entre lo que conocemos de la Palabra y lo que practicamos. Sabemos que somos salvos por la fe, confesamos que Dios envió a su Hijo a morir por nosotros en la cruz del Calvario, pero quizá, en la intimidad, mientras luchamos por no dejarnos seducir por “el canto de las sirenas”, terminamos diciendo: “Solo escucharé un poco más…”. Tal como sucedió con Lot: primero levantó su tienda cerca de Sodoma, y luego terminó viviendo dentro de ella (Génesis 14:12).

Tal vez te preguntes por qué este plan devocional se llama “No escuches a las sirenas”. La respuesta es sencilla: en la mitología, el canto de las sirenas simboliza aquello que nos atrae con dulzura, pero que conduce a la ruina. Su poder no radica en la fuerza, sino en la seducción de lo prohibido y engañoso. Así también ocurre en la vida: muchas veces lo que brilla y promete placer inmediato termina alejándonos de nuestro verdadero propósito. El libro de Proverbios advierte: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12).

El encanto de las sirenas nos recuerda que no todo lo que suena bello es bueno, ni todo lo que atrae edifica. La verdadera sabiduría consiste en aprender a discernir, en cerrar los oídos al engaño y mantener firme el rumbo hacia la vida que Dios nos ofrece.

Acerca de este Plan

No Escuches a Las Sirenas

No escuches a las sirenas es un plan devocional que te reta a vivir un cristianismo auténtico y no a medias. A través de enseñanzas bíblicas, ejemplos históricos y reflexiones prácticas, descubrirás cómo resistir el canto seductor del pecado que promete placer, pero conduce a la ruina. Cada día te invita a examinar tu corazón, a no conformarte con lo superficial y a dejar que la Palabra de Dios moldee tu vida. Este plan es un llamado a la obediencia, a la perseverancia y a seguir la voz de Cristo por encima de todo engaño.

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Nos gustaría agradecer a TopCristianos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: topcristianos.com