Sin proceso no hay propósitoMuestra

Propósito cumplido – Día 5

El proceso tiene una meta: cumplir el propósito que Dios diseñó. Y cuando Dios cumple su propósito, lo hace para su gloria y para bendición de muchos.

José llegó a ser gobernador y salvó a su familia en tiempos de hambre. Moisés condujo al pueblo a la tierra prometida. David reinó sobre Israel como hombre conforme al corazón de Dios. Pablo llevó el evangelio hasta lo último de la tierra.

Romanos 8:30 (RV1960) lo resume así: “Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.” El propósito de Dios comienza en Él, se desarrolla en Él y se cumple en Él.

En la vida cotidiana, esto es como ver una obra de teatro terminada: al principio solo vea ensayos y errores, pero al final todo cobra sentido. Así es el plan de Dios: cada parte del proceso tiene un lugar en el propósito final.

Habla con Dios y abre tu corazón:
Señor, gracias porque tus planes para mi vida son buenos y perfectos. Quiero confiar en tu proceso y caminar fiel hasta ver cumplido tu propósito en mí. Amén.

Te invito a pensar en lo siguiente:
¿Qué propósito sientes que Dios ya comenzó a cumplir en tu vida?
¿Cómo puedes alinear cada día tus pasos a ese propósito eterno?

Fin del plan: Sin proceso no hay propósito

No olvides: el propósito de Dios es perfecto, y cada proceso que vivas es parte de su plan para tu vida. Confía, persevera y deja que Él complete la obra en ti.