Cuando El Silencio Invade Mi AlmaMuestra

Día 1 : El silencio de Dios

El silencio puede ser uno de los lugares más difíciles para el alma. Es ese espacio donde las palabras no alcanzan, donde la fe se siente vacía y el corazón late entre la tristeza y la búsqueda de respuestas que no llegan. Cuando llorás por una pérdida o estás en un desierto, todo dentro de vos clama: “¿Dónde estás, Señor?”.

Hace dos años perdí a mi primer bebé, de siete meses de gestación. Fue una temporada difícil para mí. Me preguntaba tantas veces dónde estaba Dios, que si las contara, nunca terminaría. Pero Dios, a pesar del silencio, me mostró que Él estaba ahí. Dentro mío tenía la certeza de que mi espíritu podía percibir que no estaba sola.

David escribió el Salmo 34 en uno de los momentos más oscuros de su vida. Huía por su vida, sin refugio, fingiendo estar loco para sobrevivir entre enemigos. Y en ese escenario de miedo y soledad descubrió una verdad que cambiaría su relación con Dios: “El Señor está cerca de los quebrantados".

El silencio no es abandono, es cercanía invisible.

Dios no siempre responde con palabras, sino con presencia. Puede hacerlo a través de una paz que no entendés, un abrazo, un detalle inesperado o incluso una lágrima de quien te escucha. Cuando todo calla, Él susurra con ternura: “Sigo aquí".

A veces, Su silencio es una invitación a quedarte quieta/o y dejar que Él te sostenga. Porque cuando el alma se rinde y dejamos entrar a Dios, el Espíritu Santo empieza a interceder con gemidos que no pueden expresarse (Romanos 8:26).

Dios no te dejó sola/o en tu dolor; está más cerca de lo que imaginás, esperando que lo busques con el corazón, no siempre con los oídos.

Hoy tal vez no sientas nada, pero no todo lo invisible es ausencia. En medio del silencio, Dios está obrando suavemente. El corazón que hoy llora puede ser el mismo que, un día, testificará del consuelo que sólo Él puede dar.

Oración:

Señor, este silencio me duele, pero sé que estás aquí. Quédate conmigo y enséñame a reconocer Tu presencia, incluso cuando no escucho Tu voz y pareciera sentirte lejos. Sé que estás en control. Te entrego mi vida, mis pensamientos y mis emociones. Ayúdame a sentirte en esta temporada. En el nombre de Jesús, amén.