Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

Cristo vino... ¡y todo cambió!Muestra

Cristo vino... ¡y todo cambió!

DÍA 5 DE 5

Cristo vino... y todo cambió

Hemos pasado cuatro días contemplando lo que no tendríamos sin Cristo. Hoy, en este día final, celebremos gloriosamente lo que sí tenemos porque Él vino. No estamos hablando de posibilidades hipotéticas; estamos hablando de realidades presentes que transforman cada aspecto de nuestra existencia.

Cristo vino, y con Él vino la verdad. En un mundo donde cada persona creía que su mentira era verdad, donde no había forma de discernir entre el error y la realidad, Jesús declaró: «Yo soy la verdad» (Juan 14:6). No una verdad entre muchas, sino la verdad que da sentido a todas las demás verdades. Él es el lente que enfoca nuestra visión, sin el cual todo permanecería borroso y distorsionado.

Cristo vino, y los poderes de las tinieblas fueron desarmados. Colosenses declara que despojó a los principados y potestades, exhibiéndolos públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz (Col. 2:15). Satanás, que tenía el poder de la muerte, fue despojado de su arma más poderosa. Por eso Pablo puede preguntar con confianza: «¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?» (1 Cor. 15:55-57).

Cristo vino, y ahora tenemos la Escritura completa. Sin Él, la Biblia terminaría con una amenaza de maldición en Malaquías. En cambio, termina con la promesa de cielos nuevos y tierra nueva, donde no habrá más llanto, ni dolor, ni muerte. Tenemos Filipenses para enseñarnos sobre el gozo en medio de la tribulación; Romanos para darnos certeza de que todas las cosas cooperan para bien; y Apocalipsis para garantizarnos que, al final, nosotros venceremos porque Cristo venció.

Cristo vino, y nació la Iglesia. No estamos solos. Somos parte de un cuerpo universal de creyentes, una familia espiritual que trasciende razas, culturas y generaciones. La Iglesia se convirtió en sal y luz, transformando sociedades, aboliendo injusticias, estableciendo hospitales, escuelas y orfanatos. El mundo sería irreconocible sin la influencia de los seguidores de Cristo.

Pero sobre todo, Cristo vino y cumplió cada profecía, probando la fidelidad de Dios. Y si fue fiel en Su primera venida, podemos estar seguros de Su segunda venida. No esperamos con incertidumbre; esperamos con la certeza de que Aquel que prometió es fiel.

Antes de ascender, Jesús declaró: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra» (Mat. 28:18). No hay autoridad mayor. No hay poder superior. Y este Cristo todopoderoso prometió: «Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mat. 28:20). No estamos navegando solos. No estamos peleando solos. No estamos esperando solos.

Esta es la diferencia que marca la Navidad. No es solo una celebración histórica de un nacimiento hace dos mil años. Es la celebración continua de que todo cambió cuando «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1:14). Vimos Su gloria, recibimos Su gracia, conocimos Su verdad y fuimos transformados por Su amor.

Acción para compartir el mensaje

Hoy, en este último día de nuestro devocional, comparte con alguien lo que Cristo significa para ti:

  1. Escribe un mensaje o carta a alguien explicando cómo tu vida sería diferente sin Cristo.
  2. Invita a alguien a conocer a este Cristo que lo cambia todo.
  3. Ora específicamente por tres personas que necesitan conocer esta verdad transformadora.

Recuerda: fuiste salvado para proclamar las virtudes de Aquel que te llamó de las tinieblas a Su luz admirable (1 Ped. 2:9).


Reflexión final

Durante estos cinco días hemos viajado por un camino de reflexión profunda. Hemos contemplado la oscuridad que sería nuestra realidad sin Cristo: sin esperanza, sin perdón, sin acceso al Padre, sin conocer el verdadero amor. Pero más glorioso aún, hemos celebrado la realidad de que Cristo sí vino.

Él vino y lo cambió absolutamente todo. Transformó instrumentos de maldición en instrumentos de bendición. Convirtió pecadores en santos, enemigos en hijos, condenados en justificados. Nos dio esperanza en lugar de desesperación, gozo en lugar de tristeza, vida en lugar de muerte.

La próxima vez que veas un pesebre, una cruz o escuches el nombre de Jesús, recuerda: sin Él, nada de lo que valoramos existiría. En Él tenemos todo lo que necesitamos para la vida y la piedad. No es solo que Jesús es la razón de la Navidad; Él es el motivo de nuestra existencia con propósito, nuestra esperanza presente y nuestro destino eterno.

Que esta verdad no solo llene tu mente, sino que transforme tu corazón, y que tu vida sea un testimonio continuo de la diferencia que hace cuando Cristo viene a reinar en nuestros corazones. Porque si Cristo marcó tal diferencia en la historia del mundo con Su primera venida, imagina lo que puede hacer en tu mundo personal cuando lo reconoces como el Salvador y el Señor de tu vida.

¡Gloria a Dios por el regalo indescriptible de Su Hijo! Sin Cristo no habría Navidad, pero, más importante aún, sin Él no habría salvación, no habría esperanza, no habría eternidad con Dios. Gracias sean dadas a Dios: ¡Cristo vino, Cristo vive y Cristo viene otra vez!

Si quieres profundizar más en este tema, te invitamos a escuchar el mensaje completo: ¨¿Y si Cristo no hubiese venido?¨ del Pastor Miguel Núñez.

Acerca de este Plan

Cristo vino... ¡y todo cambió!

En esta Navidad, mientras el mundo celebra pero olvida al verdadero motivo, este plan te invita a reflexionar sobre cómo todo cambió cuando Cristo vino. A lo largo de cinco días, meditaremos en lo que el mundo no tendría sin Jesús y en las gloriosas realidades que ahora poseemos en Él. Adaptado del sermón del pastor Miguel Núñez, «¿Y si Cristo no hubiese venido?», a través de este devocional descubrirás cómo Su venida transformó nuestra esperanza, nuestro perdón y nuestro destino eterno.

More

Nos gustaría agradecer a Ministerios Integridad & Sabiduría por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: integridadysabiduria.org