Salmos que Transforman: 5 Días de Inspiración y FeMuestra

Adoración

¿Alguna vez te detuviste a pensar cuántos planetas existen allá afuera en el universo? ¿Un poco más de cien? ¿Qué tal unos miles? ¿O unos millones? Bueno, hoy por hoy no sabemos con exactitud cuántos existen. Solo sabemos que son cientos de miles de millones. O sea, un número enorme.

Aunque los autores de los salmos no tenían la información científica que tenemos hoy, sabían que el universo era inmenso y que Dios lo había creado todo. Varios salmos, como los que vamos a leer (o quizá los que ya leíste), fueron escritos en forma de adoración. ¿Y adoración por qué? Por muchos motivos: a veces por el cuidado de Dios, por librar al autor de la muerte, por su bondad y misericordia, o simplemente por su majestuosidad.

Los salmistas plasmaban la grandeza de Dios en oraciones como: “¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!” (Salmo 8:1b, RVR1960) o “Dios ha establecido en los cielos un hogar para el sol.” (Salmo 19:4b, NVI) Ellos sabían que la majestuosidad del universo debía haber sido creada por alguien. Alguien tuvo que haber ordenado todo, alguien tuvo que haber pensado en poner en funcionamiento un sol y planetas alrededor. Alguien tuvo que haber hecho todo esto.

Pero esto no acaba aquí. Al pensar en la enormidad del universo, inevitablemente volvemos a nosotros. ¿Será que Dios sabe de nuestra existencia? Somos como granos de arena en el desierto del Sahara, como hormigas en las vastas selvas amazónicas, como arenques en los enormes océanos azules. Por eso David se preguntó: “¿Qué es el hombre para que en él pienses?” (Salmo 8:4a, NVI).

Así como un artista se toma el tiempo de diseñar hasta el punto más pequeño en su lienzo para formar su obra, así Dios se tomó el tiempo de pensarte y crearte. Los salmistas entendían que eran nada en comparación con todo lo que Dios había creado. Solo les bastaba mirar lo alto de una montaña o cómo el mar se pierde en el horizonte para entender la majestuosidad de Dios. Y, sin embargo, sabían que Dios los cuidaba, sabían que somos y que eres su obra de arte. Y en un universo que contiene cientos de miles de millones de planetas, Él se fijó en ti y en mí. Nos ama con profundo amor, nos llama por nuestro nombre, nos corrige como un Padre, y nos deja ver destellos de su grandeza. Por eso lo adoramos.

Reflexión y Oración:
Si alguna vez pensaste que Dios te olvidó o si alguna vez dudaste de que eres importante para Él, toma un momento para adorarle por su majestuosidad y su amor. Dale gracias porque su creación nos muestra lo inmenso que es. Dale gracias porque, aunque seamos pequeños en tamaño, somos grandes en su corazón. Adora a Dios porque nos hizo un poco menores que los ángeles, y nos coronó de gloria y honra (Salmo 8:5, NVI).