Desarmando El CaosMuestra

Día 2
Lo que Jesús vivió en el Getsemaní fue el nivel más intenso de ansiedad que un hombre puede experimentar.​
Las gotas de sangre solo dejan en evidencia cómo su cuerpo estaba reaccionando a lo que
él estaba sintiendo.
Y su salida a este dolor tan intenso en su alma solo fue la rendición, al decirle a Dios: haz tu voluntad.

En nuestros momentos de angustia lo más sabio es rendirnos a la voluntad de Dios; ¡Él siempre sabe qué hacer!
Te rindes cuando en medio de un ataque de pánico o ansiedad tu mirada no se desvía de la cruz, cuando en medio de ese vacío que se siente en tu estómago quitándote el aliento, lo soportas de la mano del Espíritu Santo.

Pero sobre todo, sobrevives a estos días tan oscuros cuando tu refugio es la Palabra de Dios, pues ella es la que te sostendrá afirmando tu identidad en Cristo para que esos días llenos de temor no te muevan de tu propósito.

Muchas veces creemos que la opresión que sentimos a nivel emocional, mental y físico es
lo normal y que debo aprender a vivir con ella, pero la realidad es que por medio de Jesús tenemos autoridad para hablarle aún a nuestra alma y que ella se rinda en adoración a
Dios.

David decía: “Alma mía, alaba al Señor y no te olvides de sus beneficios”​ (Salmos 103:1–2).
La ansiedad constante y descontrolada no es tu casa, es solo una temporada de la que Dios también tiene el control.​

Confía, porque no estás solo. Su palabra dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”​ (Isaías 41:10).