Salmo 91: Confianza en medio de la angustiaMuestra

Bajo Sus alas hay refugio
Una vez al año debo hacerme una mamografía, un examen por imágenes que permite detectar anomalías en los senos y signos tempranos de cáncer. En 2018 padecí cáncer de mama en grado tres; recibí tratamiento y, por la gracia de Dios, estoy sana. Sin embargo, recientemente me detectaron quistes en ambas mamas. Según la doctora, no son malignos y podrían disolverse, pero me recomendó estar atenta y realizarme con frecuencia el autoexamen, especialmente porque tengo mamas fibrosas con tendencia a formar quistes.
Al salir del centro de salud, me recosté bajo un árbol, alcé la mirada buscando a Dios, y mis ojos se enredaron en las corpulentas ramas repletas de mangos. Había de todos los tamaños: unos amarillos, maduros, a punto de soltarse y caer a tierra; otros verdes, tiernos, esperando completar su ciclo de maduración. Toda esa magnificencia natural estaba sostenida por un tronco firme y unas raíces profundas. Entonces recordé la primera estrofa del Salmo 91:1: «El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente».
Ese árbol me estaba recordando quién es el que me sostiene. Aquel que me amparó mientras soportaba la enfermedad del cáncer, está conmigo ahora. ¡Y seguirá a mi lado por siempre! Sus raíces parecían gritar: «¡Confía en mí!».
Aunque la Escritura nos enseña que los cristianos no estamos exentos del sufrimiento, y que Dios permite que enfrentemos muchas tormentas para formar en nosotros el carácter de Cristo, Él nunca nos deja solos. El salmista lo expresa con una preciosa metáfora: «Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad» (Sal. 91:4).
¡Qué imagen tan tierna! Figúrate unos pichones bajo una tormenta buscando refugio, y su madre, con suprema compasión, los cubre por completo bajo sus alas, resguardándolos del frío y del peligro.
Así hace Dios con nosotros cuando sentimos miedo por las tormentas de la vida. Apenas vislumbramos los primeros nubarrones, temblamos en nuestro interior. Pero si meditamos en quién es Él —Omnipotente y Fiel—, podemos experimentar la paz que no se puede comprender.
¿Por qué no debemos angustiarnos?
Porque nuestro Padre es todopoderoso. Tiene autoridad sobre todas las cosas. No hay una sola célula en nuestro cuerpo que escape a Su control. Ninguna enfermedad, peligro o enemigo es más poderoso que el Dios soberano. Los que permanecemos bajo la sombra de Sus alas podemos descansar, sabiendo que Él dirige y controla nuestros padecimientos con un propósito bueno y para Su gloria (Rom. 8:28).
Y, además, podemos confiar porque Dios es fiel. Nunca ha dejado de cumplir sus promesas. Así que no hay nada que temer. Sea cual sea la circunstancia que estés viviendo, si eres creyente, estás bajo Sus alas. Su fidelidad es el escudo y baluarte que te sostiene.
Oración:
«Padre, gracias por ampararme bajo la sombra de Tus alas. En medio de las tormentas, renueva mi fe y recuérdame que no debo temer, porque Tú eres mi refugio y mi fortaleza». Amén.
Acerca de este Plan

El temor y la ansiedad debilitan la salud mental, física y espiritual de muchos creyentes. Este devocional, basado en el Salmo 91, te ayudará a enfocar tu mente en los atributos del Dios Altísimo. Durante tres días, aprenderás a descansar en Su promesa de protección eterna y a confiar en que bajo Sus alas puedes vivir seguro.
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Nos gustaría agradecer a Liliana González de Benítez por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/lilivivelapalabra









