¡DIOS está con vos!Muestra

Dios está con vos en todo momento – Día 2

Hay lugares donde creemos que Dios no puede estar. Quizás una cárcel, una enfermedad, una crisis financiera o una traición. Sin embargo, la historia de José nos muestra lo contrario.

Cuando José fue vendido como esclavo y llevado a la casa de Potifar, la Biblia declara: “Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio” (Génesis 39:2). La vida de José estaba marcada por la presencia de Dios, y esa presencia bendecía incluso a quienes lo rodeaban.

Más tarde, cuando fue acusado injustamente y llevado a la cárcel, encontramos otra vez la misma expresión: “Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba” (Génesis 39:23). La cárcel no detuvo el favor de Dios sobre su vida.

Esto nos enseña algo profundo: no importa dónde estés, si Dios está con vos, podés prosperar. La prosperidad no es solamente tener éxito material, sino florecer en medio de la adversidad, crecer en carácter, madurar en la fe y ser luz en la oscuridad.

Quizás hoy te encontrás en un lugar que no esperabas: una situación injusta, un problema inesperado o un dolor difícil de explicar. Recordá: Dios está con vos ahí mismo. Su presencia no depende de tus circunstancias. Si lo buscás y lo dejás obrar, su favor puede transformar incluso la peor prisión en un lugar de crecimiento y propósito.

Habla con Dios y abrí tu corazón:
Padre bueno, gracias porque tu presencia me acompaña siempre. Aun en medio de la dificultad, vos estás conmigo. Ayúdame a no dudar de tu amor cuando todo se complica. Dame fe para confiar que, aunque no entienda, vos estás obrando y vas a usar este momento para mi bien. Que mi vida sea un testimonio de tu fidelidad en todo lugar. Amén.

Te invito a pensar en lo siguiente:
¿En qué lugar difícil necesitás recordar que Dios está con vos?
¿Cómo podés ser luz y testimonio aun en medio de la adversidad?

Próximamente en el día 3: Dios transforma tu vida y tu entorno
Mañana descubrirás cómo la presencia de Dios no solo te sostiene, sino que te transforma de tal manera que los demás puedan ver a Cristo en vos.