Salmo 91: tres reflexiones sobre perdonarMuestra

El salmo 91 afirma: “Yo lo salvaré, porque me ama; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Me llamará y yo le responderé; estaré con él cuando se encuentre en dificultades (...)”. Este pasaje, vinculándolo al perdón, muestra cómo el Señor bendice esa acción: salva, protege, responde y promete estar con nosotros. Uno perdona por amor a Dios porque sabemos que fuimos, somos y seremos perdonados por Él. Entonces, habrá consuelo y saciedad donde antes había hambre y sed de justicia.

Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos, siempre y cuando nos dispongamos a perdonar. Porque cuando endurecemos el corazón, apretamos los puños y nos olvidamos de lo que Dios hizo por nosotros, comenzamos a entrar en un callejón sin salida. Tal cual lo dicho anteriormente: debemos cuidar nuestro ser y fortalecerlo con la gracia.

¿Por qué cuesta tanto trabajo perdonar? Porque, muchas veces, uno es más afectado por una acción o palabra cuando quien la realiza tiene un vínculo con nosotros. Entonces, es como si uno recibiera un golpe de quien esperaba amparo. Pero el verdadero y único amparo tiene que estar en el Señor: “El que habita a la sombra del Altísimo, se acoge a la protección del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza. Dios mío, confío en ti”, Salmo 91:1-2.

Las promesas de Dios son fieles: Él será fiel en sanar nuestro interior dañado y será fiel en estar con nosotros en el proceso de dolor. Pero una cosa requiere de nosotros sus hijos: disposición a perdonar.