Salmo 91: tres reflexiones sobre perdonarMuestra

Debemos saber que en la vida sufriremos una y otra vez dolorosas injusticias. Eso, seguramente, encenderá en nuestro corazón variados sentimientos y emociones: tristeza, decepción, ansiedad, etc. Pero vez tras vez, debemos despojar nuestro interior de esas sombras porque justamente no harán más que traer oscuridad a nuestro interior. En ese punto debemos entender lo siguiente: tenemos que perdonar.

No seremos los primeros ni los últimos en recibir algo injusto como paga. Incluso hay quienes han llegado a reclamarle a Dios, como si fuera ciego y sordo; como si, en definitiva, fuera injusto ante las injusticias.

“¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda, y no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! y no salvarás?”, así oraba el profeta Habacuc. En el comienzo de la pregunta es donde se denota la sed de justicia: “¿Hasta cuándo…?”.

El perdón, ante este panorama de la realidad, se vuelve una acción fundamental para nosotros los cristianos, entendiendo que en el mundo habrá situaciones que se sucederán una tras otra y que podrían dañar nuestro interior. Debemos cuidar nuestro corazón y la manera más sabia de hacerlo es a través del perdón.

Sin embargo, la acción de perdonar esta íntimamente ligada a cómo está nuestra relación con Cristo. Tener en mente siempre que primeramente fuimos nosotros perdonados, nos ayudará a perdonar. Jesús, quien ve todas las cosas, nos brindará su auxilio y, como dice el versículo 4 del Salmo 91: “Su fidelidad será tu escudo y tu muralla protectora”.

En conclusión, el que es entendido, perdona ya que comprende que el perdón sirve para cuidar nuestro corazón.