La Palabra que juzga

El versículo de hoy tiene un tono amargo, casi desconcertante. Después de haber exaltado durante días la belleza, el poder y la dulzura de la Palabra, ahora nos encontramos delante de una verdad seria y profunda: la Palabra juzga.

No porque quiera aplastarnos o acusarnos, sino porque nos revela la verdad. Está tan llena de vida, luz y justicia que quien la rechaza se aleja de todo lo que da sentido, dirección y salvación. La Palabra no es solo una guía: es la medida con la cual nuestra vida será evaluada, ahora y por la eternidad.

Ignorarla no nos hace libres, nos expone. Es como ignorar las instrucciones de seguridad de un puente colgante: nadie te obliga a seguirlas, pero si eliges no escucharlas y caes, no hace falta que alguien te condene. Es precisamente lo que has ignorado lo que determina las consecuencias.

Dios nos ha dado Su Palabra por amor, para advertirnos, guiarnos y salvarnos. Pero si la rechazamos, será esa misma Palabra la que testifique contra nosotros.

Oración: Señor, ayúdame a no rechazar Tu Palabra. Haz que la reciba, la ame y la siga cada día. Amén.