La Fe No Se Vive a SolasMuestra

Día 1 – No elegimos a la tripulación de la barca
Seguir a Jesús no es un viaje solitario. Desde el inicio de su ministerio, Él llamó a sus discípulos no solo a caminar con Él, sino también a caminar juntos. Esto nos enseña que la comunidad de fe es parte del diseño de Dios para nuestra formación espiritual, incluso cuando eso significa convivir con personas que jamás hubiéramos elegido como compañeros de camino.
Cuando Jesús llamó a los primeros discípulos, ellos eran muy distintos entre sí: Pedro y Andrés eran pescadores impulsivos, Tomás dudaba con frecuencia, Simón el zelote era un revolucionario, y Mateo, un recaudador de impuestos al servicio de Roma (Mateo 10:2–4). Desde una perspectiva humana, no tenían nada en común, e incluso podían considerarse enemigos naturales. Sin embargo, Jesús los reunió en la misma barca y los formó como hermanos.
Aquí descubrimos algo esencial: no elegimos a nuestra familia espiritual; Dios lo hace. Pablo lo afirma en 1 Corintios 12:18 NVI: “En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció". No se trata de afinidad, simpatía o conveniencia. Seguir a Jesús implica aprender a amar, servir y soportar incluso a quienes piensan distinto, tienen otro trasfondo o nos resultan incómodos. De hecho, muchas veces son esas relaciones difíciles las que Dios usa como cincel para moldear nuestro carácter.
Jesús mismo lo enseñó en Juan 13:34–35 NVI: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros". El distintivo del discipulado no es el conocimiento ni los dones, sino el amor visible en la comunidad. Este amor se vuelve aún más poderoso cuando se extiende a los que menos esperaríamos incluir en nuestra vida.
Y este amor no es selectivo. En la parábola del buen samaritano (Lucas 10:29–37), Jesús confronta nuestra tendencia a elegir a quién amar. El verdadero amor cristiano se demuestra hacia aquellos que no escogimos, incluso hacia quienes nos retan o nos hieren. Por eso Jesús dijo en Mateo 25:40 NVI: “Lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí". Cuando servimos y amamos al hermano difícil, al que piensa distinto o incluso al que nos ha lastimado, estamos amando directamente a Cristo.
Seguir a Jesús en comunidad significa reconocer que Él puso a esas personas en tu barca. No es casualidad. Él quiere formarte a través de ellas, y también quiere formarlas a través de ti. El discipulado no ocurre en la comodidad, sino en la fricción de aprender a amar como Jesús nos amó.
Para reflexionar hoy:
- ¿Estoy amando solo a los que me caen bien en mi iglesia?
- ¿Qué me revela Jesús acerca de esa persona difícil que puso en mi camino?
- ¿Qué paso práctico puedo dar hoy para mostrar amor a alguien que normalmente no elegiría amar?
Acerca de este Plan

Seguir a Jesús nunca fue diseñado como un viaje en solitario. Desde el inicio, Él nos invitó a caminar juntos, incluso con personas que quizá no hubiéramos elegido. La comunidad de fe es el lugar donde aprendemos a amar de verdad, a perdonar, a compartir la vida y a parecernos más a Cristo. Este plan te ayudará a redescubrir la belleza de seguir a Jesús en comunidad.
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Nos gustaría agradecer a Felipe Echeverri por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.martepodcast.com