“PASIÓN QUE SE VE”

La pasión verdadera por Dios no se queda en palabras o emociones, se ve en cómo vivimos, servimos y actuamos. Pablo nos llama a no perder el entusiasmo, a mantenernos encendidos por el Espíritu, sirviendo con entrega.

Muchas veces confundimos pasión con momentos intensos, pero el verdadero fuego se nota en la constancia, en la obediencia diaria, en amar a otros cuando cuesta. Ese fervor viene de Dios, no de nosotros.

Si has perdido el ritmo en tu servicio o te sientes apagado, pídele al Espíritu que te renueve. La pasión por Dios se cultiva y se refleja… y puede comenzar hoy, con una simple decisión.

Recuerda que Pasión sin Misión es solo una emoción.

Aplicación práctica

Busca una forma concreta de servir hoy: llama a alguien, ora por otro, ofrece ayuda en casa o en la iglesia. La pasión se activa cuando se pone en acción.

Oración

Señor, dame un corazón que sirva con gozo y entusiasmo. Que mi pasión por ti no sea solo un sentimiento, sino una vida entregada. Renuévame con tu Espíritu y aviva mi compromiso contigo. Amén.