El Poder De ConfesarMuestra

El engaño de encubrir el pecado

“El que encubre sus pecados no prosperará (…)” (Proverbios 28:13a RVR1960).

Lo que ocultamos nos esclaviza, lo que entregamos a Dios nos libera.

Desde Adán y Eva, el instinto humano nos lleva a cubrir nuestros pecados. Nuestra conciencia nos avergüenza de nuestro pecado y no queremos que otros lo vean. Incluso pensamos que podemos esconderlo de Dios. "Pero el camino para recibir la misericordia de Dios es confesar y arrepentirnos de nuestro pecado. Esta es la manera espiritual de prosperar y en la vida en general y recibir la misericordia de Dios" (Enduring Word).

El pecado no confesado se convierte en un peso que consume el alma. David lo describe en el Salmo 32:3-4: Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Encubrir no solo es negar ante otros, sino también justificar o minimizar el mal ante nosotros mismos. El resultado es claro: no prosperar, es decir, no avanzar espiritualmente ni experimentar plenitud en Dios. El autoengaño abre grietas en la comunión con el Señor (Isaías 59:2).

El primer paso hacia la restauración es reconocer que ocultar nunca trae vida. La reprensión de Proverbios es advertencia y misericordia: Dios no nos deja conformarnos con vivir en las sombras.

¿Estoy intentando encubrir áreas de mi vida que necesitan salir a la luz de Dios?