Confiando en Dios Para Dar Forma a Tu HistoriaMuestra

Día 2: Cuando se ven nuestras grietas

Hay una parte de nosotros que teme que nos vean tal y como somos realmente, con nuestras debilidades, nuestras contradicciones y las grietas que se extienden silenciosamente por nuestra superficie. A menudo trabajamos para repararnos a nosotros mismos, para parecer perfectos e intactos. Pero la verdad es que ningún recipiente sale indemne del horno de la vida sin sufrir algún tipo de estrés. Algunas líneas son inevitables. Algunos ceden ante la presión.

En el cortometraje Clay Has a Memory (La arcilla tiene memoria), el alfarero dice: “Si voy a crear una obra de arte que sea una expresión de mi alma, tengo que estar limpio”. No se trata de perfección moral, sino de integridad: una alineación entre lo que hay dentro y lo que hay fuera.

La amargura no confesada, la vergüenza guardada, los recuerdos sin sanar, todo ello acaba abriéndose paso a través de los muros de nuestras vidas, a veces como pequeñas grietas, otras como profundas fracturas.

Pero Dios es un maestro artesano. En Sus manos, nuestras grietas no significan la ruina. Se convierten en ventanas por las que entra la luz. Como escribe Pablo en 2 Corintios 4:7:

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.

Es precisamente nuestra fragilidad la que revela Su gloria.

¿Y si nuestras heridas no fueran una prueba de fracaso, sino una invitación a una honestidad más profunda, a una entrega más sincera y a una compasión más bondadosa hacia nosotros mismos y hacia los demás? El kintsugi, el arte japonés de reparar cerámica con oro, considera que las grietas forman parte de la historia del objeto, lo que lo hace más bello por haber sido roto. Dios hace lo mismo con nosotros: no borra nuestro pasado, sino que destaca cómo la gracia nos mantiene unidos.

¿Dónde has estado intentando ocultar tus grietas? ¿Qué podría significar sacarlos a la luz, dejar que Dios los repare de una forma que no borre la historia, sino que la dignifique?

Oración: Gentil alfarero, te traigo mis grietas y fracturas. Estoy cansado de ocultarlos. Enséñame a confiar en Tus manos para llenar estos espacios con algo más radiante que antes. Que mi vida hable de tu hábil restauración.