El Amor Que TransformaMuestra

El amor que da

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…” (Juan 3:16a RVR1960).

El verdadero amor no se guarda, se entrega.

Juan 3:16 inicia con una declaración impactante: De tal manera amó Dios... No fue un amor común, fue tan profundo, tan vasto, tan radical, que se manifestó en la entrega de lo más precioso: su Hijo unigénito. Este amor no fue una emoción pasajera ni una reacción al mérito humano. Fue una decisión eterna del corazón de Dios.

Este amor no es simple compasión, o complacencia, o parcialidad, o pasajero, o colectivo; sino un amor profundo, benevolente, eterno e individualizado.

El amor de Dios no se basa en lo que somos, sino en quién es Él. Es amor que se adelanta, que actúa, que se entrega. Este tipo de amor nos confronta, porque no se trata solo de recibirlo, sino de reflejarlo en nuestras relaciones: ¿Estoy dispuesto a amar como Dios ama?

El inicio del versículo nos recuerda que el cristianismo comienza con una dádiva, no con una demanda. No fue el mundo quien buscó a Dios; fue Dios quien se dio al mundo. La entrega del Hijo no fue simbólica, fue real, encarnada, costosa. Este amor que da es el modelo del amor al que somos llamados.

Tengamos presente, además, que cuando Dios nos dio a Cristo, nos dio todas las cosas con Él: perdón, limpieza, paz, seguridad de salvación, vida eterna, comunión, etc.

Si Cristo es un Don dado por Dios, ¿cuál es nuestra reacción ante este Don de Dios?

¿Estoy dispuesto a dejar que el amor de Dios transforme mi forma de amar y dar a los demás?