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Prosperidad del alma

"Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Juan 1:2 RVR1960).

Todo verdadero bienestar comienza con un alma que prospera en la verdad.

La palabra para prosperado significa literalmente “tener un buen viaje” o “ayudar sobre la marcha”. Claramente expresa que la prosperidad divina no es un fenómeno momentáneo o pasajero, sino que es más bien un estado continuo y progresivo de buen éxito, de bienestar. Y se aplica a todas las áreas de nuestra vida: espiritual, física, emocional y material. La prosperidad es equilibrada e integral.

La oración de Juan revela una perspectiva celestial sobre el bienestar: el alma es el punto de partida. Al decir “así como prospera tu alma”, Juan da por sentado que el alma de Gayo está floreciendo. ¿Cómo prospera un alma? El contexto nos lo dice: “Andas en la verdad” (v.3). El alma prospera cuando camina conforme a la verdad revelada por Dios, no solo cuando la conoce (doctrina correcta), sino cuando la vive (experiencia genuina).

Andar en la verdad significa caminar de una manera real y genuina, sin falsedad ni encubrimiento. Esta es la prosperidad que más importa: no la financiera, ni la emocional, sino aquella que tiene fundamento eterno.

Jesús enseñó que lo que ganamos en el mundo es irrelevante si nuestra alma está perdida (Marcos 8:36). Una vida saludable comienza con una relación saludable con la verdad, y la verdad es Cristo (Juan 14:6).

Cuando nuestra alma está alineada con Él, experimentamos paz, propósito y dirección.

Por otra parte, prosperar espiritualmente no significa ausencia de lucha, sino presencia de vida en abundancia (Juan 10:10), incluso en medio de tribulaciones.

Esta oración del apóstol Juan, además, nos deja un modelo de súplica intercesora.

¿Estoy invirtiendo en mi alma con la misma pasión con la que busco prosperidad en otras áreas?