¿Cuán rico soy?Muestra

Mi siguiente pregunta tiene que ver con la espiritualidad. ¿Quién es verdaderamente espiritual? Para reflexionar sobre ello, comparemos tu vida espiritual con la de dos personas. La primera es un ciudadano común, alguien que podrías encontrar cualquier día por la calle. Si te preguntara si consideras que eres más espiritual que esa persona, probablemente responderías que sí. Pero si la segunda persona con la que te compararas fuera Billy Graham, el reconocido evangelista cristiano, tal vez tu respuesta sería distinta, probablemente afirmando que no lo eres.
Incluso en las Escrituras, particularmente en los Evangelios, vemos cómo Jesús enfrenta a las personas con esta misma clase de comparaciones. Un ejemplo claro es el relato del fariseo y el publicano, donde el Señor revela quién es realmente espiritual a través de sus actitudes internas, no sus apariencias externas. Dios no confronta nuestra riqueza espiritual aparente, sino nuestra pobreza verdadera del alma.
Steve Jobs, creador de Apple y figura destacada en el mundo de la tecnología, dijo una vez: “Ser el hombre más rico del cementerio no me importa; lo que me importa es llegar a casa cada noche habiendo hecho algo importante.” Es una afirmación poderosa. Sin embargo, uno puede hacer cosas importantes y aun así descubrir que no es tan importante como creía.
Recuerdo una experiencia personal poco después de casarme. Quise impresionar a mi esposa: limpié la casa, preparé la comida, hice todo con esmero. Al sentarnos a la mesa, su primera pregunta fue: “¿Tú me amas?” En ese momento, me sorprendí. Había hecho muchas cosas por ella, y, sin embargo, eso no era lo esencial. Su pregunta no buscaba saber qué había hecho, sino si realmente la amaba. A veces hacemos muchas cosas por alguien, pero sin amor verdadero. Ese día aprendí que el amor no se demuestra solo con acciones, sino con una entrega sincera del corazón.
En Lucas 18 encontramos una historia que ilustra este punto con claridad. Un joven se acerca corriendo a Jesús y le llama “Maestro bueno”. En la cultura judía de la época, ningún rabino hubiera aceptado ese título, porque implicaba perfección. Jesús responde: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios.” Con esto, le está revelando algo profundo: el joven no comprende quién es Jesús ni quién es él mismo. No sabe que necesita la bondad de Cristo porque no reconoce su propia necesidad.
Entonces, surge una pregunta clave: ¿Cuán bueno es Jesús? ¿Estarías dispuesto a dejarlo todo por seguirle? Tal vez no estés listo aún. Tal vez aún estás en proceso de descubrir cuán valioso es realmente. Este joven rico le pregunta a Jesús qué debe hacer para heredar la vida eterna. Pero su pregunta encierra dos errores fundamentales. Primero, cree que la vida eterna se gana mediante obras. Segundo, su objetivo está mal enfocado: busca una especie de seguro de vida, una garantía de salvación, pero no ha comprendido que la verdadera herencia es Cristo mismo.
Cristo no viene a ofrecernos algo. Cristo viene a mostrarse a sí mismo.
Escrituras
Acerca de este Plan

Este devocional, basado en Lucas 18, invita a examinar nuestra espiritualidad y relación con Dios a través de preguntas profundas. Reflexiona sobre el joven rico, mostrando cómo nuestras obras y logros no sustituyen una entrega sincera a Cristo. A través de experiencias personales y enseñanzas bíblicas, el autor confronta la autosuficiencia espiritual y destaca que la verdadera riqueza está en conocer y seguir a Jesús, no en lo que poseemos ni en lo que hacemos. La fe madura nace del amor y la dependencia total de la gracia de Dios.
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