¿Cuán rico soy?Muestra

¿Cómo mides tu espiritualidad? ¿Cómo sabes si eres una persona madura en la fe o no? No sé qué criterios utilizas para autoevaluarte, pero estoy convencido de que debe ser la Palabra de Dios la que determine nuestra condición espiritual. A través de ella, día tras día, el Señor nos muestra en qué punto del camino nos encontramos.
He titulado esta reflexión: ¿Cuán rico soy? Personalmente, me gusta formular preguntas, así que en este devocional te invitaré a reflexionar a partir de algunas de ellas.
Leamos Lucas 18:18-30: “Cierta vez, un líder religioso le hizo a Jesús la siguiente pregunta: —Maestro bueno, ¿Qué debería hacer para heredar la vida eterna? —¿Por qué me llamas bueno? —le preguntó Jesús—. Solo Dios es verdaderamente bueno; pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: “No cometas adulterio; no cometas asesinato; no robes; no des falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre”. El hombre respondió: —He obedecido todos estos mandamientos desde que era joven. Cuando Jesús oyó su respuesta, le dijo:
—Hay una cosa que todavía no has hecho. Vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme. Cuando el hombre oyó esto, se puso triste porque era muy rico. Jesús lo vio y dijo: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!».
Los que lo oyeron, dijeron: «Entonces, ¿Quién podrá ser salvo?». Él contestó: «Lo que es imposible para los seres humanos es posible para Dios». Pedro dijo: —Nosotros hemos dejado nuestros hogares para seguirte. —Así es—respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado casa o esposa o hermanos o padres o hijos por causa del reino de Dios recibirá mucho más en esta vida y tendrá la vida eterna en el mundo que vendrá.”
Cada vez que una persona tiene un encuentro verdadero con Jesús, ocurren al menos tres cosas. En primer lugar, se revela algo nuevo sobre quién es Él; aprendemos más acerca de su carácter y su voluntad. En segundo lugar, entendemos mejor quiénes somos nosotros, nuestra humanidad, con sus luces y sombras. Y, en tercer lugar, lo que el Señor desea que suceda: somos transformados.
Retomo ahora la pregunta: ¿Cuán rico soy? Muchas veces, incluso quienes nacimos en hogares con cierta comodidad económica, afirmamos que no somos ricos. Pero si nos comparamos con el 20% de la población más rica del mundo, ¿realmente no lo somos? Todo depende de con quién nos comparemos.
Escrituras
Acerca de este Plan

Este devocional, basado en Lucas 18, invita a examinar nuestra espiritualidad y relación con Dios a través de preguntas profundas. Reflexiona sobre el joven rico, mostrando cómo nuestras obras y logros no sustituyen una entrega sincera a Cristo. A través de experiencias personales y enseñanzas bíblicas, el autor confronta la autosuficiencia espiritual y destaca que la verdadera riqueza está en conocer y seguir a Jesús, no en lo que poseemos ni en lo que hacemos. La fe madura nace del amor y la dependencia total de la gracia de Dios.
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