Devocional Agosto "Lámpara a Mis Pies"Muestra

“¿Quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar?” (1 Crónicas 17:16 RVR1960).

David recibió una enorme promesa de parte de Dios, Él se encargaría de mantener a un descendiente suyo en el trono. Por supuesto, esta promesa alcanzó la plenitud con Jesucristo, descendiente de David, que gobernará por los siglos de los siglos.

David había hecho muchos méritos a lo largo de su vida: había llevado al pueblo de Dios a la victoria militar en muchas ocasiones, tenía un corazón íntegro que lo describían como “conforme al de Dios" y es el rey con el que se comparaban todos los reyes buenos que vinieron después de él. Aunque otros podrían decir que tenía muchas razones para que Dios lo llenara de bendiciones, David reconocía la realidad: todo lo que tenía era un regalo de parte de Dios.

Dios no nos debe nada, todo lo que nos da en su regalo movido por su amor, es su gracia. Recibe todo lo que viene de Él con gratitud y, cuando ores, pide como un hijo que va a su padre y no como alguien que exige.