El Valle De Los Huesos SecosMuestra

Jesús como el dador del Espíritu y la vida
Querido lector, en Ezequiel 37, los huesos secos cobran vida solo cuando reciben el aliento (ruaj), el Espíritu de Dios. En el Nuevo Testamento, el mismo Jesús se presenta como aquel que trae al ese "Ruach" (en hebreo) o "Pneuma" (en griego), a la vida del creyente; es decir aquel que tiene el poder para darnos al Espíritu Santo o Espíritu vivificador; quien a su vez nos da vida espiritual:
- Juan 3:5-8: Jesús le dice a Nicodemo que hay que nacer del "agua y del Espíritu".
- Juan 6:63: "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha".
- Juan 20:22: Jesús sopla sobre sus discípulos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”.
Si observas con atención, querido lector, te daras cuenta que estas acciones remiten directamente al lenguaje y simbolismo del que habla Ezequiel. Porque así como Dios sopló vida en los huesos secos en la visión de Ezequiel, Él, en Jesús sopla vida espiritual sobre sus discípulos y aún sobre nuestras vidas, inaugurando una nueva creación.
Un capítulo antes, en Ezequiel 36, Dios promete poner un nuevo espíritu y dar un nuevo corazón. En 37, ese Espíritu se muestra dando vida. En Hechos 2, durante Pentecostés, esta promesa se cumple cuando el Espíritu Santo es derramado sobre toda carne, y la visión de Ezequiel se convierte en realidad cuando los seguidores de Cristo, antes temerosos y sin dirección, son llenos del Espíritu Santo y se levantan como un ejército viviente.
Ahora, la visión de Ezequiel tiene dos dimensiones, la resurrección física y espiritual. En el NT, Jesús no solo resucita a Lázaro (Juan 11) y a otros muertos, sino que su propia resurrección corporal es el clímax de la esperanza escatológica para todo creyente en Jesucristo. Juan 11:25, lo dice de la siguiente manera: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”.
El mismo Pablo usa el lenguaje de resurrección espiritual (Efesios 2:1-6), que refleja la imagen de huesos secos que vuelven a vivir: “Estabais muertos en vuestros delitos y pecados (…) pero Dios (...) nos dio vida juntamente con Cristo”.
Lo que indica finalmente querido lector que, Cristo no solo revive lo muerto, Él es la fuente misma de vida eterna. En este sentido, Ezequiel 37 apunta proféticamente hacia la obra redentora y restauradora de Jesús.
¡Medita en esto!
Acerca de este Plan

La visión del valle de los huesos secos, no solo fue un mensaje profético para los exiliados judíos en Babilonia, sino que tiene una resonancia universal y perenne. Cada generación, efectivamente, se enfrenta a sus propios "valles de huesos secos": momentos de desesperanza colectiva, de destrucción espiritual, social o política, donde la vida parece haberse ido y lo único que queda es la muerte, el caos y la sequedad de una humanidad herida.
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: myjourney.es.jesus.net