El Valle De Los Huesos SecosMuestra

Querido lector,
La visión del valle de los huesos secos— no solo fue un mensaje profético para los exiliados judíos en Babilonia, sino que tiene una resonancia universal y perenne. Cada generación, efectivamente, se enfrenta a sus propios "valles de huesos secos": momentos de desesperanza colectiva, de destrucción espiritual, social o política, donde la vida parece haberse ido y lo único que queda es la muerte, el caos y la sequedad de una humanidad herida.
En cierto sentido, el siglo XX fue como un valle de huesos secos, basta con recordar la Primera Guerra Mundial que se llevó a cabo entre 1914–1918. Fue una catástrofe sin precedentes: más de 20 millones de muertos, sociedades devastadas, confianza rota en el progreso, la razón y el humanismo ilustrado. En este contexto, Europa —cristiana, moderna y civilizada— fue sacudida hasta sus más profundos cimientos.
Los huesos secos de Ezequiel podían haber sido una imagen literal: campos llenos de cuerpos sin vida, trincheras donde hombres morían por miles en guerras sin sentido. La fe en Dios y en la humanidad tambaleó profundamente.
Ni qué hablar del atroz holocausto, en plena Segunda Guerra Mundial (1939–1945)
Basta con ver los documentales que hay al respecto para quedar horrorizados frente a la decadencia moral y espiritual de varias naciones. Y sin duda, en este marco de historia, la aplicación de Ezequiel 37 es aún más directa, especialmente para el pueblo judío: seis millones de judíos asesinados en Europa. La "solución final" fue una maquinaria sistemática de muerte. Los campos de concentración literalmente se convirtieron en valles de huesos secos, como Auschwitz o Treblinka.
..."—Hijo de hombre, ¿podrán estos huesos volver a convertirse en personas vivas?" Le preguntó Dios a Ezequiel (Ez 37:1-3).
Después del Holocausto, muchos judíos vieron en Ezequiel 37 una profecía cumplida literalmente: “Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: ‘Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos’.” (Ez 37:11)
Y sin embargo, en 1948, solo tres años después del final de la guerra, renace el Estado de Israel como una flor de olivo y esperanza ... "—Oh Señor Soberano—respondió Ezequiel—, solo tú sabes la respuesta". El mundo entero vio este hecho como el cumplimiento moderno de Ezequiel 37: el pueblo judío resucitando de los huesos de la Shoá (Holocausto), reconstruyendo su identidad y su tierra.
Finalmente, La Guerra Fría (1947–1991) Aunque no fue una guerra activa a gran escala, es decir de conflictos armados entre países, sí representó un valle de muerte alarmante, permanentemente durante cuarenta y cuatro años consecutivos. Durante la Guerra Fría, el mundo vivió en una tensión existencial constante. El temor a una aniquilación global, y la deshumanización ideológica generaron una profunda crisis espiritual y cultural.
Ezequiel 37 nos habla en este contexto también: las ideologías sin alma son huesos secos. La sociedad sin moral ni trascendencia está muerta aunque funcione mecánicamente. Sin el aliento (Espíritu) de Dios, las naciones pueden parecer vivas, pero están espiritualmente vacías. “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis…” (Ez 37:14)
Lo maravilloso querido lector, es poder comprender que aún hoy, en el desarrollo del siglo XXI la visión de Ezequiel sigue hablando en muchos corredores de la historia que apenas se está desarrollando, porque Dios nos llama a profetizar esperanza, a hablar vida donde solo hay muerte. A confiar que Él aún sopla su Espíritu sobre lo que parece perdido.
Porque Dios aún no se rinde con su pueblo. No importa cuán seco, muerto, o devastado esté el valle… Dios puede y quiere restaurar. Su Espíritu sigue siendo el único capaz de dar vida real, personal, comunitaria y escatológica.
¡Medita en esto!
Escrituras
Acerca de este Plan

La visión del valle de los huesos secos, no solo fue un mensaje profético para los exiliados judíos en Babilonia, sino que tiene una resonancia universal y perenne. Cada generación, efectivamente, se enfrenta a sus propios "valles de huesos secos": momentos de desesperanza colectiva, de destrucción espiritual, social o política, donde la vida parece haberse ido y lo único que queda es la muerte, el caos y la sequedad de una humanidad herida.
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: myjourney.es.jesus.net