Para Subir Hay Que BajarMuestra

De un Grado de Gloria a Otro
En este lado de cielo, constantemente tenemos que examinarnos a nosotros mismos y decidir si realmente queremos seguir el camino de Jesús y entregar todo el control de los resultados a Dios.
Tal vez, como Pedro, hacemos grandes promesas al principio, diciéndole a Jesús que haremos todo lo posible por él, que lo seguiremos a cualquier parte y que moriremos por él. Y luego, cuando llega el momento y la vida no se ajusta a nuestros deseos, cuando finalmente nos damos cuenta de lo que está en juego, damos rápidamente hacia atrás. Juramos y perjuramos que no conocemos a Jesús o lo que hace, o que no teníamos idea que exigiría tanto de nosotros. Seguimos en esta tónica hasta que el canto de un gallo en la distancia nos despierta con un susto a la realidad de las cosas, y entonces caemos en desespero, dolor y autorecriminación.
O tal vez nuestra reacción inicial sea huir (o querer huir) de él. Somos Jonás, saltando a bordo del primer barco a Tarsis. Insistimos en que se hiciera nuestra voluntad.
Ante la gloria de Dios siempre es necesaria la entrega a la humillación y la crucifixión, el vaciamiento. No hay forma de evitarlo. Pero para que llegue la plenitud es imprescindible el vacío. Tenemos que vaciarnos de cualquier cosa que desplace la presencia o la gracia de Dios en nuestras vidas. Cuando cooperamos con el Espíritu de esta manera, nos convertimos en receptáculos de la gracia. Nos volvemos ricos para con Dios y los demás. Llenos y completos.
Stephen Freeman, un sacerdote ortodoxo bizantino, escribe: “Si vamos a ser transformados ‘de un grado de gloria a otro,’ entonces estamos siendo transformados hacia la ‘gloria’ del Cristo crucificado y abnegado... porque no hay otra clase de vida que se nos revela en Cristo". Crucifixión y kénosis: no hay otra clase de vida cristiana. Esta es la vida a la que Dios nos llama. Y se necesita práctica. Se necesita la fuerza de Dios.
No estamos solos en perseguir al camino desinteresado, la vida moldeada por Dios.
Oración: Dios, estás conmigo dondequiera que vaya. Gracias por tu paciencia y amor en mis peores días. Ayúdame a recordar tu llamado de vivir para ti, y solo para ti. Lléname y transfórmame diariamente. Amén.
Acerca de este Plan

¿Alguna vez te has sentido vacío? ¿Como si no tuvieras nada más que dar? ¿Qué tal si durante nuestros peores momentos Jesús se encuentra con nosotros y nos llena? Cuando llegamos al fin de nosotros mismos, hay alguien más grande en quien apoyarnos. En este devocional de cinco días, Marlena Graves nos guía a la humildad y a rendir nuestra voluntad a Dios al apuntarnos al mejor maestro, Jesús.
More
Nos gustaría agradecer a InterVarsity Press por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.ivpress.com/para-subir-hay-que-bajar?utm_source=youversion&utm_medium=reading-plan&utm_campaign=youversion









