El Camino Del AmorMuestra

“El orden de los factores no altera el producto”. El amor tiene un inicio y un orden, y en el caso del amor divino, el orden sí altera el producto. El amor de Dios siempre es primero, porque es la fuente que permite amarnos y amar a otros.

Su amor lo puedes ver desde el Génesis. Medita en esto: Dios quiso, Él realmente quiso crearnos. Él pensó en el hombre. Si lees Génesis 1, notarás cómo, después de que ellos (Padre, Hijo y Espíritu Santo) crearon los cielos y la tierra con toda la diversidad de flora y fauna, vieron que lo que habían hecho “era bueno”. Pero cuando decidieron crear al hombre a su imagen y semejanza, vieron que lo que habían hecho no solo era bueno, era “realmente bueno”. Hasta aquí vemos a un creador que contempla con ojos de amor su reciente creación.

Años después, ese amor se consumó en la cruz. Desde ese día, Dios gritó: “Te amo tanto que di a mi único Hijo para que no te pierdas, sino que en mí tengas vida eterna” (Juan 3:16).

¿Por qué el orden del amor sí altera el resultado? Si no amo a Dios primero ni acepto ese amor, jamás podré amarme. Intentaré construir una falsa autoestima y declararme afirmaciones vacías que encuentro en internet, provenientes de psicologías o filosofías que sugieren que el amor inicia en amarte primero y que todo se centra en el "yo". Y ahí es donde también fallamos en amar a los demás, porque no logramos ni siquiera amarnos a nosotros mismos, ya que no conocemos el amor: Dios.

Cuando aceptas y recibes ese amor que está a tu disposición, comenzarás también a amarte a ti mismo, y no en un sentido egoísta o narcisista, sino porque eres obra y semejanza de tu creador. Aceptar el amor de Dios nos lleva a amarlo a Él, amarlo a Él nos lleva a amarnos a nosotros mismos, y amarnos a nosotros nos facilita amar a otros. Debo extender mi amor hacia otros.

“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:36-40).

Puedes experimentar que estás completamente lleno de ese amor cuando rebosa tanto que no quieres que se desperdicie. Comienzas a desear llenar a otros. Cumplir este mandamiento es cumplir con la ley del amor que Jesús nos dejó. Fuiste lleno para llenar a otros.

¿De qué formas puedes hoy extender un gesto de amor hacia alguien?