La Fidelidad De Dios - Guiándonos De Vuelta a ÉlMuestra

La Misericordia de Dios es Mayor

Leer: Jonás 3

EOAO: Jonás 3:5

“Y Los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el más pequeño, se vistieron con ropas ásperas.”

En el Texto

¿Cuántas veces has dicho o pensado acerca de alguien que conoces: “Nunca cambiarán. ¿Qué sentido tiene?” Puede ser agotador esperar algo diferente en una persona cuando nunca ha mostrado ningún signo de deseo de cambiar. Jonás sintió esto con fuerza cuando finalmente llegó a Nínive.

Aunque Jonás acababa de tener esta increíble experiencia de salvación de parte de Dios, vemos que su actitud hacia la gente de Nínive no había cambiado en absoluto. Leemos en el versículo cuatro que Jonás proclamó un mensaje de arrepentimiento a los ninivitas. En hebreo, el mensaje constaba de solo cinco palabras. Como veremos mañana, Jonás esperaba secretamente que Dios no fuera misericordioso con esta nación malvada.

La cuestión es la siguiente: cuando proclamamos el evangelio, no se trata de nosotros, ni de cuán elocuentes, atractivos o persuasivos podamos ser, ni de cuán largo sea nuestro mensaje, sino de la acción de Dios y del Espíritu Santo en el corazón de una persona. Dios puede usar a cualquier persona y en cualquier momento para abrir los ojos de una persona a la verdad del evangelio. Después de todo, el mensaje de Jonás fue bastante breve, pero Dios, en su bondad, decidió usar las palabras de Jonás para transformar toda la ciudad.

A los ojos de Jonás, no había absolutamente ninguna esperanza ni ninguna razón para esperar que los ninivitas cambiaran, pero Dios es más grande. Nadie está nunca demasiado perdido. Como Jonás acaba de experimentar, Dios puede rescatar a cualquiera, incluso de las profundidades más oscuras.

Dios ha llamado a todos los creyentes a ser parte de su misión de rescate a través de Jesucristo. Tenemos la oportunidad de proclamar las buenas noticias del evangelio a todos los que nos rodean, ya sea que estén lejos o cerca de Dios.

Oración

Dios, gracias porque eres un Dios misericordioso. Me rescataste del pecado y puedes rescatar a cualquiera, sin importar lo que haya hecho. Ayúdame a proclamar fielmente tu evangelio dondequiera que vaya. Amén.