Afilando mi espadaMuestra

Continuando con el libro de primera de Corintios, capítulo 14, Pablo enseña sobre el uso adecuado de los dones espirituales, particularmente el don de profecía y el de lenguas. Aunque reconoce el valor de hablar en lenguas, Pablo da prioridad a la profecía porque edifica a la iglesia. El apóstol subraya que los dones deben ser usados para la edificación del cuerpo de Cristo y no para que la persona que tiene los dones sea exaltada. El orden en el culto es crucial, y todas las cosas deben hacerse de manera que todos puedan entender y ser edificados.

Mientras reflexionas sobre este capítulo, observa cómo Pablo nos llama a priorizar los dones que edifican a la iglesia, asegurando que todo se haga con orden y con el propósito de edificar al cuerpo de Cristo.

En 1 Corintios 14, Pablo nos enseña que los dones espirituales deben ser utilizados para edificar a la iglesia y no para nuestra gloria personal. La edificación mutua es clave en la vida cristiana. A veces, nos enfocamos más en experiencias personales que en el bienestar de la comunidad. El amor y el orden deben ser la base de todo lo que hacemos en la iglesia.

Es importante que nuestros actos y palabras busquen siempre el bien de los demás. Al final, el verdadero propósito de los dones es servir y fortalecer al cuerpo de Cristo. ¿Estamos utilizando nuestros dones para edificar a los demás o para nuestra propia exaltación? ¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestras acciones en la iglesia busquen siempre la unidad y el bienestar de la comunidad?