Himno de GraciaMuestra

“¿Cómo es que alguien podría amarme?”

¿Alguna vez has pensado algo así? Yo sí. Cuando era pequeño, estaba lejos de ser perfecto. Aún lo estoy. Cuando era adolescente, sentía mucha culpa y vergüenza. La gente me decía cosas como: “Dios te ama” o “Él tiene planes buenos para tu vida”.

Pero es difícil creer algo así cuando te sientes tan indigno... tan incapaz de ser amado. Por eso me encanta la historia de la canción “Sublime Gracia”.

Sublime gracia del Señor

Que a un infeliz salvó

Fui ciego mas hoy veo yo

Perdido y Él me halló

Ya sea que hayas estado o no en la iglesia, probablemente conozcas esta canción. Se trata de una de las canciones más grabadas de la historia. “Sublime Gracia” ha sido interpretada por Elvis, Aretha Franklin y Bono. Se cantó cuando Nelson Mandela tomó el liderazgo e incluso apareció en Los Simpson.

Pero lo que quizá no sepas es que “Sublime Gracia” fue escrita en el siglo XVIII por el capitán de un barco de esclavos llamado John Newton.

Newton tenía una reputación que haría a muchos de nosotros parecer estar perfectamente limpios en comparación con él. ¿Crees que has cometido errores? ¿Crees que estás sucio? Las manos de Newton cargaban con la culpa de comerciar con vidas humanas para obtener ganancias.

Entonces, ¿cómo pudo este hombre escribir una canción celebrando lo mucho que Dios lo amaba? La respuesta es la gracia.

Las Buenas Nuevas de Jesucristo no son que tú y yo nos podamos limpiar lo suficiente para ser amados por Dios. Se trata de que, aun sabiendo lo peor de nosotros, Dios se acercó con amor para salvarnos de nuestros pecados.

Romanos 5:8 lo dice así: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (NVI).

John Newton pasó años burlándose de la gracia de Dios. Había oído las mismas cosas que yo oí cuando era niño acerca del amor de Dios. Tal vez tú también las hayas oído. Pero él no podía creerlo... no quería creerlo.

Pero una noche, mientras navegaba en su barco de esclavos a través de una violenta tormenta, clamó a Dios por misericordia. Cuando su barco cruzó a salvo, finalmente puso su fe en Jesús y recibió la gracia que había rechazado durante tanto tiempo.

Tiempo después, Newton contribuyó a poner fin a la trata de esclavos en Gran Bretaña. Se convirtió en predicador, ayudó a los pobres y se dio a conocer como un pastor que reunía a personas de todas las clases sociales.

La gracia de Dios no sólo salvó a Newton, sino que también lo cambió. Por más que Newton creciera en su relación con Dios, nunca olvidó que todo se debía a la gracia. Su pecado merecía ser juzgado. El nuestro también. Pero el amor de Dios hizo que ese juicio recayera sobre Jesús, quien voluntariamente tomó nuestro lugar en la cruz. Esto es sublime gracia.

Newton dijo en sus últimos años de vida...

“Recuerdo dos cosas: que soy un gran pecador ¡y que Cristo es un gran Salvador!”.

Entonces, ¿qué sucede con toda esa culpa y vergüenza? ¿Qué sucede con tus errores? ¿Qué hay de esas cosas que hiciste o dijiste y de las que desearías retractarte? ¿Eres alguien indigno de ser amado? ¿Tu pecado es demasiado para la gracia de Dios?

Tomemos una lección de Newton y descansemos en la gran verdad de que el amor de Dios no depende de nuestro valor, y que Su gracia es más que suficiente para salvar a un infeliz como yo.

Bendiciones,

—Nick Hall