El Precioso Regalo Del PerdónMuestra

¿Te regocijas cuando otros reciben el perdón de Dios?

“Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado” (Lucas 15:32 NBLA).

¿Recuerdas la parábola que leimos el primer día en esta serie de lecturas, sobre el padre y su hijo extraviado? Leamos esta parábola de nuevo, pero esta vez nos concentraremos en la actitud de una tercera persona involucrada.

Habiendo el padre recibido a su hijo perdido y organizado una fiesta, el hermano mayor se dió cuenta de lo que estaba pasando. Él no se unió a la fiesta; en cambio, se enojó y rechazó ir. Despreciaba profundamente a su hermano y reclamó por el amor incondicional del padre por aquel. En su opinión, tal clase de pecador no merecía una cálida bienvenida, especialmente si él, el hijo mayor, había servido a su padre irreprochablemente.

Ya habíamos señalado que el padre en esta parábola es Dios mismo. El hijo perdido es un pecador que se arrepiente y regresa a su Padre Celestial. ¿Y quién es el hermano mayor? Es un prójimo que envidia la gracia de Dios hacia el pecador arrepentido y, al hacerlo, se excluye a sí mismo de la fiesta. En los días de Jesús, era la elite religiosa quien jugaba el rol del hermano envidioso.

¿Hay sentimientos como esos en tu corazón también? ¿Hay personas a las que consideras indignas del perdón de Dios?