LA ETERNIDAD: Un Regalo de DIOSMuestra

VIVIENDO PARA LA ETERNIDAD.

John Piper nos brinda un consejo muy sabio sobre la forma en que tenemos que vivir: “Vive en la antesala de la eternidad”. El entender que somos eternos y que estamos de paso en este mundo, debe transformar nuestra forma de pensar y vivir durante esta etapa de nuestro viaje.

Bruce Wilkinson, teniendo claro la transcendencia de nuestra vida en la tierra, nos aconseja lo siguiente: “Las decisiones que tú tomes en tu vida no se desvanecerán cuando tú mueras. Son importantes. Y seguirán siendo importante durante toda la eternidad”. Nuestras decisiones tienen implicaciones en esta parte del viaje, pero, sobre todo, en la siguiente.

Nuestro Señor lo dijo con claridad y sencillez: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Lucas 12:19-20).

¿Qué tipo de inversiones debemos realizar para hacernos tesoros en el cielo?

Invirtiendo en las personas:

“Quiero saber que he afectado a las personas para la eternidad. Pienso que es así. Estoy convencido de que una vez que alguien conoce a Cristo como su Salvador personal, he afectado la eternidad. Y lo hago de aquí a diez mil millones de años” (David Green).

"La vida no se trata de almacenar cosas aquí en la Tierra. La vida se trata de almacenar cosas en el cielo. … Solo tienes 80 a 100 años en este planeta, y tienes que dejar todo atrás. ¡Pero podrás disfrutar de tu tesoro en el cielo por la eternidad! … Solo hay dos cosas que durarán para siempre: la Palabra de Dios y las personas. La gente pasará la eternidad en el cielo o en el infierno, y tu inversión en alguien podría marcar la diferencia. Dios quiere que inviertas en personas, porque esas inversiones tienen consecuencias y recompensas eternas" (Rick Warren).

Invirtiendo en pequeños actos de bondad: “Tú y yo no sabemos qué puertas abrirá Dios para que nuestra pequeña vida pueda producir un impacto más allá de nuestra propia existencia. Desconocemos hasta el momento de nuestra muerte (o aún más allá) quién puede ser afectado por nuestras acciones. Por eso, somos llamados a nunca perder las esperanzas, independientemente de cuán pequeña parezca nuestra vida o de cuántas puertas que tanto ansiábamos atravesar parezcan haberse cerrado. Somos invitados a vivir como si Dios estuviera abriendo puertas que significan que nuestros actos de bondad más pequeños valdrán, de alguna manera y mediante la gracia de Dios, para toda la eternidad” (John Ortberg).

Invirtiendo nuestra vida en Cristo:

“¿Cómo deberíamos responder a la brevedad de la vida? Solo hay una solución para vivir por la eternidad. Acepta la verdad bíblica de que este mundo no es tu casa. Fuimos hechos para el próximo mundo, no para este. Al igual que Pablo, esfuérzate por llegar al próximo mundo. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Jeff Wells).

“La vida es un ensayo general; es el acto de calentamiento para el gran evento. Debes prepararte para la eternidad conociendo a Dios, pareciéndote más a Jesús y dejando que Dios te use para cumplir su propósito en la Tierra” (Rick Warren).