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Cruz y coronaMuestra

Cruz y corona

DÍA 6 DE 7

Porque Él vive

El hecho de que Jesucristo resucitó de entre los muertos nos da el fundamento absoluto e incuestionable para todo lo demás que creemos. En primer lugar, tenemos la confianza de saber que nuestro Dios está vivo. El Señor Jesucristo no fue un simple predicador o maestro itinerante; afirmó ser el Mesías, el Hijo del Dios vivo (Mateo 16:16,17). El Señor dijo a Sus discípulos que verlo a Él era ver al Padre (Juan 14:9) y, de hecho, esa fue una de las razones por las cuales vino: para revelarnos al Padre celestial y que pudiéramos comprender cómo es Él.

Todos los demás sistemas de creencias tienen a sus llamados dioses, pero sabemos dónde están enterrados sus líderes, lo que pone en duda su "divinidad". Cristo resucitó de entre los muertos para validar y demostrar de una vez por todas que nuestro Dios es el único Dios verdadero, el Creador de todas las cosas. Aquel que nos hizo a cada uno de nosotros no puede ser moldeado por nosotros. Aquel a quien adoramos está vivo, no muerto, inanimado, ni es una idea inventada en la mente del hombre. Piénsalo, a menos que creas que Jesucristo ha resucitado de entre los muertos, entonces o adoras a otra cosa o no adoras a nada en absoluto, una situación que Isaías considera necia y Pablo llama lamentable. ¿Por qué razón? Tan solo porque la persona sin el Cristo viviente no tiene ninguna seguridad en nada.

Tal vez te preguntes: "Bien, si Cristo está vivo, entonces ¿dónde está Él? ¿Qué está haciendo?". Las Sagradas Escrituras revelan con mucha claridad que Cristo está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por nosotros (Hebreos 7:25, Hebreos 10:12). Es el Dios vivo que cuida, ama, escucha y responde a nuestras oraciones. Es nuestro Señor perdonador, que aboga una y otra vez a nuestro favor. Es más, el Señor Jesucristo es Dios Hijo, que está preparando un lugar para cada uno de nosotros que cree en Él (Juan 14:2). También es el Salvador resucitado que prometió a Sus discípulos que, aunque se iba, no los dejaría huérfanos: Cristo les aseguró que enviaría al Espíritu Santo para enseñar y guiar a cada uno de Sus seguidores hasta Su regreso (Juan 14:16,18).

El Espíritu del Dios viviente habita hoy en cada creyente, desde el momento en que recibe a Cristo como Salvador. Como cristianos, estamos sellados para siempre hasta el día de la redención, cuando seamos llamados al cielo. Nuestro Dios está vivo y activo en y a través de las vidas de Sus hijos, y está disponible para salvar a cualquier persona que esté dispuesta a confesar su pecado y recibir el regalo del perdón que Él da con generosidad.

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Acerca de este Plan

Cruz y corona

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Nos gustaría agradecer a In Touch Ministries por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.encontacto.org/planes

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