No sucederá antes

El alba es ese primer rayo de luz del día que disipa las tinieblas. Alguien dijo que el alba es el fin de la oscuridad, pero nace de la oscuridad misma. Me hace pensar en que no hay victoria sin lucha.

No hay victoria sin lucha.

En Génesis, encontramos a Jacob luchando una noche entera por su bendición. Debía luchar primero para luego vivir la bendición que esperaba. Y con luchar me refiero a que siempre enfrentaremos momentos que nos llevarán a esa victoria. Claro está que ya Cristo conquistó todas las bendiciones a través de Su sacrificio, no obstante, las pruebas que enfrentamos nos capacitan para recibir esas bendiciones. Y siempre podremos decir que hemos vencido a través de la sangre del Cordero. Cuando hablamos de vencer, entendemos que primero se presentó una oposición. Y son esas oposiciones las luchas que debemos sobrepasar para poder recibir lo que esperamos. Oposición financiera o familiar, formación del carácter, enfermedades, situaciones inesperadas y más, son las cosas que diariamente prueban nuestra fidelidad y entrega a Dios.

Esa lucha u oposición es “esa noche oscura” de la cual nacerá tu luz.

Estas nos empujan, haciéndonos sentir incómodos, hasta sacar lo mejor de nosotros, dejándonos listos para el “delivery” del cielo, para esa buena noticia y para la lluvia que tanto necesitamos recibir.

Pero entendamos esto: NO SUCEDERÁ ANTES. El amanecer no vendrá sin que primero haya una silenciosa y oscura madrugada. Así que, demos gracias a Dios por cada proceso, tristeza y dificultad porque de ahí saldrá la luz. Después de esa larga lucha con el ángel, en el comienzo del amanecer, Jacob exclamó: “Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”.

Alegrémonos por todas esa luchas que nos empujan a los brazos de Dios y que nos permiten contemplar Su rostro.