El Primer Paso Al PecadoMuestra

¿De Dónde Provienen Las Emociones?

Cuando estamos alegres o tristes o cuando odiamos a alguien en particular, ¿quién se encuentra alegre, triste u odiando? Nuestro corazón. Todas nuestras emociones, sean cuales sean, provienen del corazón y el mundo continuamente nos invita a dejarnos llevar por esos deseos. Quizás hayas escuchado alguna vez la frase: Sigue los instintos de tu corazón, ¿Cierto?

El problema es que no podemos fiarnos del corazón, pues dice la Palabra: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). ¿Alguna vez has deseado algo con todas las fuerzas de tu corazón y cuando finalmente lo obtienes, resulta que ahora deseas algo diferente? Yo mismo lo he vivido. Dice la Palabra: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19).

Las emociones en sí no son un problema, no son algo ni bueno ni malo, de hecho, Dios nos hizo seres emocionales. El problema no consiste en enojarse, el problema radica en permitir que esa emoción nos controle y decidamos no perdonar a esa persona que nos ofendió, tal vez, hasta llegar al punto de los golpes o los insultos.

Por eso también dice la Palabra: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Que no se ponga el sol sobre nuestro enojo significa que a pesar de la ofensa, decido perdonar y no voy a esperar hasta el día de mi muerte para hacerlo, lo haré hoy, no mañana. Lo mismo aplica para quien ofendió: ofendí hoy y antes de que terminé el día pediré perdón. ¿Por qué esperar a que la cosa se complique más?

Nos gusta aferrarnos a nuestras emociones, aunque éstas, a veces, nos duelan. Una emoción mal administrada, sólo sirve para hacer daño a la persona que decide estacionarse en ella a causa de no querer dar el siguiente paso. En el caso de la falta de perdón, el primer paso debería de ser, perdonar, el segundo, levantarse y el tercero… seguir con tu vida. ¿Por qué cargar con un muerto sobre tus espaldas por el resto de tu vida? (Hablando metafóricamente).

Perdona, levántate y sigue adelante.