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Conoce el amor así: 21 días para descubrir el corazón de Dios para ti

DÍA 9 DE 21

La pregunta equivocada

Jeremy Meister

Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. —Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre? —le preguntaron sus discípulos— . ¿Fue por sus propios pecados o por los de sus padres? —No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —contestó Jesús— . Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él. –Juan 9:1–3 (NTV)

El capítulo noveno de Juan nos cuenta la historia de un ciego que encontró a Jesús. Me anticipo a contar el desenlace: Jesús sana al ciego. Pero lo que sigue en el resto del capítulo son algunas de las interacciones y conversaciones más divertidas de toda la Biblia. Recomiendo encarecidamente leer el capítulo completo si necesitas reírte un poco. Pero hoy quiero centrarme en los primeros tres versículos pues proporcionan el escenario de la historia.

Me encantan las historias. Las historias nos dan un marco de referencia, un contexto para nuestras propias vidas y las vidas de quienes nos rodean. Las historias nos conectan entre nosotros. Todos tenemos una historia. Cada vez que me siento con alguien a tomar un café o conozco a alguien nuevo en el vestíbulo de la iglesia o mientras estoy fuera de casa, a menudo mi primera petición es: «Cuéntame tu historia». Quiero saber quiénes son, qué los motiva y qué está haciendo Dios en sus vidas.

El ciego de Juan 9 también tenía una historia, aunque los detalles son escasos. Sabemos que era ciego de nacimiento. Sabemos por el versículo 8 que era un mendigo y tenía vecinos. Sabemos por el versículo 22 que tenía padres que no lo apoyaban porque temían ser expulsados de la sinagoga. ¿Pero qué más sabemos sobre su historia? Me pregunto cómo fue su vida. ¿Cómo fue su infancia? ¿Se burlaron de él mientras crecía? ¿Cómo era su relación con sus padres? ¿Donde vivía? ¿Estaba casado? ¿Tuvo hijos? ¿Tenía amigos?

Cuando los discípulos vieron al mendigo, no se acercaron a él con curiosidad ni compasión. En cambio, lo abordaron como un problema teológico. Mira, los líderes religiosos de la época de Jesús enseñaban que todo sufrimiento era castigo por algún pecado de un tipo o de otro. Siempre hay alguien a quien culpar. Alguien tiene la culpa. Y le pidieron a Jesús que los ayudara a resolver su problema teológico: «Rabí, ¿quién pecó, este hombre o sus padres haciéndole nacer ciego?».

Si bien es posible que no podamos identificarnos con las circunstancias exactas del ciego, todos hemos enfrentado dolor, pérdida, angustia, heridas, traición, enfermedad o decepción en nuestras propias historias. Quizás hayamos experimentado discapacidades físicas, emocionales o mentales. Y a menudo respondemos a nuestras historias como lo hicieron los discípulos: «¿Cómo llegaron las cosas a esta situación? ¿Cómo pasó esto? ¿Por qué estoy lidiando con este problema? ¿Qué está pasando? ¿Es porque soy un desastre? ¿Es por mis antecedentes familiares?». O buscamos a quién culpar o nos culpamos a nosotros mismos.

Pero Jesús no parece estar preocupado por resolver el dilema teológico de los discípulos. En cambio, Él viene con toda su bondad y amabilidad y dice: «Están haciendo la pregunta equivocada. Están buscando a quién culpar. Aquí no hay causa y efecto. Busquen más bien lo que Dios puede hacer». Otra traducción dice: «Pero esto sucedió para que las obras de Dios se manifestaran en él». Jesús cambia su paradigma, la forma que tenían ellos de ver las cosas.

Hoy Jesús todavía nos dice: «Esto sucedió para que las obras de Dios se manifiesten en ti». Según Lucas 4:18, Él quiere reparar tu corazón quebrantado, liberarte de la opresión y sanarte física y emocionalmente. Pero Él también quiere cambiar tu perspectiva. No busques resolver el dilema teológico de tus circunstancias ni busques a quién culpar. En lugar de eso, busca que las buenas obras de Dios se muestren en tu historia.

Jesús cambió la forma en que el ciego veía las cosas. Y al cambiar la forma en que ve el ciego, también cambia la forma en que todos vemos.

Oración

Señor, gracias por tu obra en mi vida y mi familia. Pido que mi vida sea una muestra de Tu bondad y poder. Revela esos lugares en mí donde quieres cambiar mi perspectiva. Continúa trabajando en mí y ayúdame a entregarte cada aspecto de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.

Para reflexión adicional

  • Jesús quiere cambiar la forma en que ves tus circunstancias. Pídele que te dé su perspectiva y escribe lo que dice.
  • ¿Dónde necesitas sanidad: física, emocional o espiritual? Agradece a Jesús hoy que Él es tu sanador.

Espíritu Santo, ¿qué me dices hoy?

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Acerca de este Plan

Conoce el amor así: 21 días para descubrir el corazón de Dios para ti

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