Conoce el amor así: 21 días para descubrir el corazón de Dios para tiMuestra

Hasta el final

Sion Alford

Había amado a sus discípulos durante el ministerio que realizó en la tierra y ahora los amó hasta el final. –Juan 13:1 (NTV)

Nunca olvidaré la primera vez que la vi. Sus ojos brillaban con destellos de azul océano. Su cabello bailaba sobre su frente y caía sobre sus mejillas rosadas donde una sonrisa contagiosa parecía darme permiso para abrir ampliamente mi corazón y abrazarla por la eternidad. Nunca antes me había sentido así. Estaba asombrado. Estaba enamorado. Amaría a esta bella dama hasta el final.

En este punto de nuestra relación, ella nunca había hecho nada por mí. Ella nunca había mencionado mi nombre. Ella nunca me había dado ánimos ni me había dicho «gracias» o «te amo». Con toda transparencia, no creo que ella ni siquiera supiera quién era yo o por qué estaba tan ciegamente enamorado de ella.

Pero no me importó. ¡Me dediqué a amarla por siempre porque era mi nieta!

Lo que sentía por mi preciosa nieta Adeline ese día no fue injustificado. La amaba con un amor incondicional que no se basaba en sus acciones, logros, hechos o incluso en su amor por mí. Se basaba en una resolución inquebrantable que poseía de que ella era innegablemente especial, elegida, preciosa y destinada a la grandeza. No la vi ese día por lo que era en ese momento. ¡La vi tal como ella iba a ser!

Jesús sentía lo mismo por su equipo de discípulos tan desorganizado. Había pasado casi tres años enseñando, entrenando, riendo y orando con estos hombres. Ellos fueron testigos cuando Él iba sanando a los enfermos, alimentando a los cinco mil e incluso caminando sobre las aguas; sin embargo, todavía luchaban entre ellos por la posición y el poder (ver Lucas 22:24). Incluso en la Última Cena, un discípulo lo reprendió abiertamente y otro, enojado, pisoteó con fuerza en su camino para ir a traicionarlo (ver Juan 13). No merecían el amor de Jesús. No habían hecho nada para justificar tal amor. Pero Él los amaba de todos modos. Hasta el final.

Tal vez haya algún tipo de fusión divina entre mi amor por Adeline y el amor de Jesús por mí. La amaba antes de que ella pudiera entender o expresarme su amor. Dios hace lo mismo. Adeline no necesariamente se merece el amor que le tengo, así como yo no merezco el amor que Jesús tiene por mí. Nada de lo que ella haga en su vida puede hacer que deje de amarla. Así también Dios me ha amado durante mis andanzas y mis rebeliones, mis días buenos y mis días malos. Dios nunca me ha amado por lo que podía hacer por Él, por lo que podía lograr en su nombre o por cómo podía expresar mi amor por Él en la adoración. Su amor por mí ha sido y siempre será inmerecido e incondicional.

¡Así también lo es su amor por ti! Él te ama por lo que eres hoy y lo que serás mañana. Él te ama porque ve tu futuro, tiene planes para tu vida y conoce el potencial que reside en ti porque Él lo puso ahí. Él te ama porque eres Su hijo y no ha dejado de amarte por nada de lo que hayas hecho. No hay nada que pueda separarte del amor de Cristo. ¡Él te ama hasta el final!!

Oración

Padre, reconozco que Tú me amaste primero a pesar de mis acciones, logros, fracasos y defectos. Sé que no hay nada que yo pueda hacer para merecer el amor que tienes por mí. Hoy simplemente recibo tu amor incondicional. En el nombre de Jesús, amén.

Para reflexión adicional

• ¿Alguna vez has sostenido a un bebé o a un nieto y has sentido una abrumadora sensación de amor por él? ¿Qué motivó tu compasión y amor por él?
• ¿En qué se parecen tú y ese niño ante los ojos de Dios? ¿Cómo puede ayudarte esta comprensión a posicionarte para recibir el amor incondicional de Dios?
• Pídele al Espíritu Santo que te dé una nueva revelación del amor de Dios por ti hoy.

Espíritu Santo, ¿qué me dices hoy?