El Regalo de la SalvaciónMuestra

Nuestro Padre perdonador

A Jesús le fascinaba narrar historias para enseñar a las personas. En estos versículos de Lucas 15, se narra una de las más hermosas. Esta historia nos cuenta cómo un hijo le pide a su padre su parte de la herencia, se va de la casa con todo su dinero y lo malgasta en placeres y malas compañías. Más tarde, decide regresar, y arrepentido viene a su Padre pidiéndole que lo deje trabajar para él.

Lo más maravilloso de todo esto es el corazón del padre, el cual cada día espera a su hijo con amor y compasión. Y cuando regresa no sólo lo perdona, sino que celebra su llegada sin importar nada de lo que hizo en el pasado.

Jesús, al narrar esta historia a la gente, quería hacerles ver que nuestro Padre Celestial siempre está dispuesto a perdonarnos si nos acercamos a Él en humildad y arrepentimiento genuino, sin importar cuánto mal hayamos hecho o cuán desobedientes hayamos sido. Cuando venimos a Él arrepentidos, nos perdona, restaura y nos da la oportunidad de comenzar de nuevo. Se goza con nosotros, nos levanta, transforma y hace fiesta en el cielo. Nadie en este mundo ha pecado de tal forma que le sea imposible venir a nuestro Amado Padre arrepentido para ser perdonado. ¡Qué maravilloso corazón tiene nuestro Padre Celestial! Si hoy estás dudando si venir a Sus pies porque crees que Él no perdonará lo que hiciste, no temas. Ven a Él con un corazón arrepentido y con un deseo ferviente de ser restaurado. Él te acogerá, vendará tus heridas, quitará la suciedad de tu corazón y se gozará porque has vuelto a Su presencia. Y es ahí que descansarás seguro.

Oración: Vengo ante Ti, Señor con corazón sincero, arrepentido y humillado ante Tu presencia. Confieso que he hecho lo malo ante Tus ojos, que Te he ofendido. No soy digno de que me perdones, pero aun así lo haces. Siento vergüenza por haber pecado, pero Tú me abrazas y me haces sentir confiado y amado. Límpiame, hazme puro delante de Ti. Tómame en Tu regazo y no me dejes salir de ahí, pues es ahí que me siento seguro y amado. En el nombre de Jesús, amén.