Hoy es fe, mañana testimonioMuestra

LA FÁBRICA DE SUEÑOS

Creo que todos hemos soñado en alguna ocasión que somos bomberos, doctores, constructores o carpinteros. Siempre esa imaginación nos hizo vivir altamente felices, aunque solo fueran unos minutos de éxtasis mientras las imágenes corrían por nuestra mente. Pero de pronto, sucedió algo: los años comenzaron a avanzar y ¿qué nos pasó? ¿Por qué dejamos de soñar? ¿Dónde está aquel héroe que soñaste ser? ¿Dónde está aquella persona que no le temía a nada? Sin duda, los afanes que cada día trae y la conciencia de la propia vida que se hace más presente con los años, nos fueron apagando esas aventuras que solo tenemos al soñar, ¿te ha pasado?

Cuando pienso en los sueños que tenemos los seres humanos, que también se traducen como aspiraciones, metas o propósitos, siempre viene a mi mente aquella ocasión en la que algunos padres trajeron sus hijos a Jesús para que pasaran tiempo con Él; y aunque los discípulos estaban decididos a no dejar que se acercaran, de pronto se escuchó esa hermosa voz de nuestro Señor diciendo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino del cielo pertenece a los que son como estos niños».

¿Notaste la llave que Cristo nos entregó en esta declaración? Si bien es cierto, el tema del reino del cielo es muy extenso. Uno de los pensamientos que fortalecen nuestra fe es que, en este reino celestial, existe todo lo que tenemos pero también lo que no. Sí, así como lo lees, todo lo que aún no posees, lo que aún no has visto y los triunfos que aún no has conquistado están escondidos en el reino de los cielos. Y, Cristo, en ese momento, soltó esa bomba de revelación a todos los que estaban ahí: “El reino del cielo pertenece a aquellos que son como niños”.

¡Qué poderoso es Dios para hacer que lo imposible sea posible, que lo que se ve obscuro venga a brillar! Es por eso que, a este maravilloso regalo, le llamo sin dudar “La Fábrica de Sueños”. Porque es en eso en lo que nos convertimos cuando encendemos el motor de nuestra Fe, tal y como lo hace un niño.

Que Dios te bendiga, mi querido niño.