Una vida de intimidad con DiosMuestra

La importancia de la visión

“Najás... le había sacado el ojo derecho a todos los hombres israelitas que vivían al oriente del río Jordán...”, 1º Samuel 10:27 y 11:1-2 (PDT).

¿Por qué el ojo derecho? Porque en las batallas el escudo obstruía la visión del ojo izquierdo y, sin el derecho, la persona no podía defenderse.

Najás significa ‘serpiente’ y su proceder es propio de la ‘serpiente antigua’ llamada Satanás. El diablo oprime a los hijos de Dios para robarles la visión, llenándolos de temores para que no avancen.

Cuando tengas una visión de parte de Dios, Él te dará los recursos necesarios para que la cumplas. No te angusties ni des lugar a la incredulidad. La palabra provisión significa: “pro” “visión”, es decir: “a favor de la visión”. Busca la visión de Dios y concéntrate en ella. ¡Déjale todo lo demás al Señor!

Proverbios 29:18 y Oseas 4:6 nos enseñan que la gente no perece por falta de dinero sino por falta de visión. Cuando tengas la visión de parte de Dios y puedas compartirla con claridad, los ‘socios’ que aportarán los recursos llegarán. Recuerda: si quieres provisión, primero debes tener una visión y, cuando la tengas, no te distraigas ni permitas que te la roben.

El propósito del diablo es robarte la visión y llenarte de miedo. Su estrategia es la intimidación. ¿Y cómo actúa? La mente se llena de malos pensamientos y no puedes dormir a causa de esa opresión espiritual. Comienzas a dudar. Sientes un profundo peso, como si estuvieras solo contra el mundo. Parece que todos se han vuelto en tu contra y que estás haciendo todo mal. No se vislumbra algo positivo. Todo es decepción y derrota, como si una oscura nube se cerniera sobre tu vida y te quitara la claridad mental.

¿Te has sentido alguna vez así? ¿Te estás sintiendo de este modo? Hay algo que debes saber: el enemigo te oprime antes de una gran victoria o inmediatamente después. ¡No bajes la guardia! Si no puede acabarte desde afuera usando enemigos poderosos buscará frenarte desde adentro, creando enemistades, sospechas y malos entendidos en tu propia familia o en los que componen tu ministerio. No ignores sus estrategias. ¡Lucha con armas espirituales!

“Amado Señor, hoy te presento todos mis pensamientos, dudas y temores. Vengo en humildad. No dejes que el diablo tome ventaja. Ayúdame a perseverar en el lugar secreto peleando mis batallas con armas espirituales. Oro en los méritos de Jesús. Amén”.