Una vida de intimidad con DiosMuestra

Cómo complacer al Rey
“El rey... vio a la reina Ester de pie en el patio... El rey le preguntó: — ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería! —Si le parece bien a Su Majestad —respondió Ester—, venga hoy al banquete que ofrezco en su honor...”, Ester 5:1-4 (NVI).
¡Qué maravilloso debe haber sido para el rey conocer a una mujer que se había enamorado de Él y no de su poder! Ester nos enseña que lo primero que tenemos que pedir es SU PRESENCIA. ¡Posterga tus intereses y ocúpate del Rey!
Nadie le había dado al rey lo que Ester le estaba dando. Ella no pensaba en la fortuna del rey, sino en él como persona. Su amor sincero devengó grandes recompensas.
¿Cómo debe sentirse Dios? La gente se enamora de sus bendiciones más que de Él. Lo buscan solo por interés; quieren los beneficios y los regalos, pero no a Él. Sus propios hijos se acercan con una larga lista de peticiones, exigiendo o reclamando.
Ester nos enseña que quienes honran al rey tendrán también su favor: “Ella logró el favor del rey...”, Ester 5:2 (NTV). “El rey vio a Ester, se puso contento...y preguntó: — ¿Qué deseas, Ester? Te daré lo que me pidas...”, Ester 5:2-3 (TLA). En la intimidad con el rey está la llave a lo imposible e impensable.
Aquí yace un principio espiritual muy profundo: La intimidad con el rey te abre las puertas a los beneficios del palacio. ¡Si no eres conocido por el rey no tendrás acceso a sus riquezas!
Finalmente, un detalle no menor. Ester postergó dos veces su petición. Honró al rey antes de solicitar su favor. Aprende a comportarte en la presencia del Rey. Espera el momento para pedir. Hazlo con delicadeza. No está mal pedirle a Dios, pero hazlo como una consecuencia natural de tu intimidad y no para exigir tus ‘derechos’.
La pregunta es: ¿quieres al Rey o deseas lo que él tiene? El hijo pródigo obtuvo su herencia alegando el derecho de hijo, pero fue justamente ese ‘derecho exigido’ lo que lo alejó de la presencia del padre. Ester amó al rey y obtuvo cada cosa que pidió. El principio es claro: ¡quienes van por la bendición de su presencia terminan disfrutando de la presencia del rey; del favor del rey y de las ventajas del reino!
Toma un tiempo de oración para expresarle al Señor todo tu amor. ¡Posterga tus intereses y ocúpate del Rey!
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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