Una vida de intimidad con DiosMuestra

Vence al adversario
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo...”, Lucas 4:1-4.
Los desiertos son reales. Promesas incumplidas, traiciones, mentiras descaradas, infidelidades, problemas emocionales, soluciones que nunca llegan. Quizás estés pasando por un desierto en este preciso momento. Un matrimonio que naufraga sin esperanzas, un hijo en terapia de recuperación por drogas, una enfermedad sin cura. Dolor, divorcio, deudas, despido, depresión, todo esto podría describir tu propio desierto. ¿Te sientes solo? Desierto. ¿Sientes que a nadie más le importas? Desierto. ¿Crees que tu vida no tiene sentido? Desierto. ¿Estás en medio de un tormento espiritual profundo? Desierto.
Pese a todo, ¡anímate! Los grandes personajes bíblicos también tuvieron sus desiertos y, generalmente antes de ser poderosamente usados y bendecidos por Dios. Jesús mismo comenzó su ministerio público en el desierto. Y su desierto fue prolongado. Él no se enfrentó a la tentación un día de cuarenta sino, durante cuarenta días seguidos agarrado a los porrazos con Satanás.
Presiones laborales, reveses económicos, rumores de despidos, inflación, hospitales, médicos, pronósticos adversos. La lista parece inagotable. Y en medio de un ambiente así, el tentador nos seduce a pensar mal. “Lo que es inimaginable antes del desierto se vuelve posible en él. Una enfermedad prolongada hace que hasta el alma más resistente piense en el suicidio. El estrés sostenido hace que el club nocturno más cargado de humo huela agradable. El desierto debilita la determinación... Hartarse de comida, jugarse hasta el último centavo, beber en exceso, todas soluciones a corto plazo para problemas profundamente arraigados”.1
Jesús pasó por el desierto y lo que sorprende es que el Espíritu Santo lo llevó allí. No fue Satanás quien esperó al Hijo de Dios en el desierto; Jesús fue a buscarlo. Se trabaron en una lucha. Golpe tras golpe, batalla tras batalla, día tras día, pero Jesús venció. Y la forma en la que venció debería inspirarnos a cada uno de nosotros. Tres veces dijo: “Escrito está”. La principal herramienta para derrotar a Satanás fue, es y será la Biblia. El arma de supervivencia de Jesús fue la Biblia. Si las Escrituras fueron suficientes para su desierto, ¿no debería ser suficiente para el nuestro? Todo lo que necesitamos para sobrevivir en el desierto está en el Libro. Simplemente debemos hacerle caso. Confía en todo lo que la Biblia dice. Sigue adelante. ¡Vence al adversario con el poder de las Escrituras!
1.MCDOWELL, J. Evidencia que exige un veredicto. Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo.
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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